VERGÜENZA + VERGÜENZA = VERGÜENZA por Cristina Morán
El que da título a la columna de hoy es un vocablo que en algún momento, pensé que había caído en desuso al igual que ese sentimiento que nos provoca algo que hayamos podido hacer o decir que causó malestar en otros y también lo que distintas personas protagonizan en forma errónea haciendo daño a un semejante, física y moralmente. Quien desempolvó y sacó de un casi ostracismo a la “vergüenza” fue el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, cuando enterado del hecho aberrante ocurrido en el establecimiento penitenciario de Santiago Vázquez, frente a periodistas expresó: “Nos da vergüenza”. Y yo, que lo escuchaba, pensé: “bueno, felizmente, no está todo perdido: hay un hombre que lo admite y si lo admite es porque lo siente”. Es lo que me pasa cada vez que leo y/o escucho la forma en que distintos actores políticos se dirigen a un opositor o entre ellos mismos, que, aunque no sean de su color están unidos en su afán, en su lucha por el bien del país según lo que hemos escuchado: tengo el mismo sentimiento, la misma emoción que el ministro Heber: “vergüenza”. Y lo que provoca eso comenzó hace un tiempo y está con ganas de quedarse instalada “forever” y la verdad es que esa posibilidad me abruma porque sería muy triste que cada opinión, cada comentario levante, no “tierrita”, sino una polvareda espesa de epítetos que nada bueno dejan ver de quien o quienes los esgrimen. La semana anterior estuvo bien cubierta, aunque, “duele confesarlo”, es un inocente juego de niños frente a otros dimes y diretes de los que, de una forma u otra, hemos sido testigos. La marcha de la diversidad se instaló acompañada de la reacción de una diputada suplente que se refirió a la misma como “un circo de la diversidad; un circo patético”. La vice presidenta de la República no quedó excluida del cuestionamiento y fue tildada de “vergonzosa” por apoyar a la colectividad LGTB. Pero ella (la suplente) también recibió lo suyo y junto a la intendenta fue mandada a “lavarse la boca” antes de tal o cual cosa que digan con respecto a los suyos, sus compañeros de ruta política. La intendenta también salió favorecida con un “atrevida”, lo que no es poca cosa. No es el “5 de oro” pero, peor es nada. Damas y caballeros, suplentes, o titulares de la cámara alta y cámara baja, ¿ustedes olvidan su condición? Ustedes olvidan que ocupan esos lugares porque hubo gente que creyó en ustedes, que les dio su visto bueno, su apoyo, su confianza? Damas y caballeros legisladores ustedes son referentes, ustedes están obligados, a tener “buena conducta”, sí, como ocurría en la escuela, de lo contrario la gran penitencia puede llegar en unos pocos años. Y sería terrible que los que hoy les tuvieron fe y confianza se sientan, no traicionados, sino simplemente desmotivados. Tal vez, alguno de ellos, sienta eso que se llama vergüenza. Es lunes. Informativo de fondo. Unas palabras me llaman la atención. Giro, miro la pantalla y veo al senador Manini Ríos, en un estupendo despacho (¿es el del Palacio Legislativo?), y detrás de él, a su espalda, asoma una frase que el programa “Polémica en el bar” usa en su presentación: “Se acabó el recreo”. Ahí estaban, juntos, la frase y su autor. En fin, solo son cosas de la vida. Como la vergüenza. Es todo. Hasta la próxima. Que seas feliz. Y no dejes entrar al viejo.
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