Y la canoa va… por José Luis Baumgartner
En el mundo: constante innovación tecnológica y globalización, o sea, dominio del capital financiero a escala universal, mayor que el que había previsto Lenin en 1916 al escribir “El imperialismo, fase final del capitalismo”: “gobierno” de las transnacionales descaeciendo de la soberanía estatal. Los imperios imperan pero condicionados por éstas.
Estados Unidos y su actual “American First”: primero Yanquilandia y el afuera que se maneje; a los trancazos para conservar predominio planetario, que como agua se les escurre entre los dedos. Rusia en pleno zarismo prepotente, tortuoso y expansivo. China, capitalismo autoritario orientando una economía dual, donde zonas especiales salpican al Dragón de singapures y hongkones, islas de intensa actividad productiva en un mar de mano de obra ilimitada, con salarios de hambre, mientras el centro dirige inversiones -y lo que sea. Para peor, los EE. UU., campeones del librecambismo, se han vuelto proteccionistas, y China, lo contrario. Una guerra comercial de locura. Se refundó el caos y la incertidumbre.
En América Latina: los regímenes propulsores de políticas socializantes, tras disminuir niveles de pobreza, saturados de personalismos (Lula, Chaves, Correa, Maduro, los “K” y hasta el Evo, contra todo referéndum, peleando sillón presidencial perpetuo), tomaron desvíos populistas y cayeron, dejando escombros, gracias a una corrupción devastadora.
En la región: la oligarquía brasileña dio golpe de estado parlamentario, destituyó a la Roussef y, con Temer, “disciplinó” el país bajo rigor neoliberal. Argentina (40% de pobres, inflación por las nubes, endeudamiento atroz, sociedad enfrentada) desinfló el “Cambiemos”: Macri apostó su futuro político al FMI. Paraguay prospera con estrategia Conmebol.
Mientras tanto, Uruguay, islote de orden institucional, sociedad participativa, todas las banderas al viento, sin mayores zozobras, gobierno del Frente Amplio, ha venido creciendo sin interrupción alguna desde que el FA se instaló en torre ejecutiva. Los números lo certifican.
Nada es casual.
Aquí, este miñango progresista e igualitario, ha mantenido desde el 1º. de marzo del 2005 el mismo equipo de economía y finanzas, con Danilo Astori a la cabeza -planificador de bonanzas y de cómo afrontar dificultades, tsunamis y locuras apocalípticas-. Lo eligió Tabaré Vázquez en 2004 para trasmitir seguridad a propios y extraños. Mujica también confió en él. Estadista que supo trasmitir economía científica a amas de casa en charlas radiales de mediodía y que, no obstante previsibles ruidos molestos, fue bien acogido tanto a nivel sindical como empresarial. Conocimiento. Estudio. Apreciación de todas las variables posibles. Flexibilidad. Firmeza. Cero improvisación. Rumbo cierto. Atento a lo que pasa acá, allá y en otras partes. Sustento de gobernanza. Crecimiento y distribución al mismo tiempo, privilegiando a los más necesitados. Actor fundamental en la conducción económica de los gobiernos frenteamplistas y sus políticas de justicia social, igualdad, progresismo, modernización e intimidad con el futuro.
La derecha ruge y la oposición –consustanciada con ella- se niega a acompañar cualquier iniciativa gubernamental, vedando políticas de estado. Los mío mío de la casta rural, como en 1871, cuando Ordoñana y Latorre, se queja y culpa al gobierno por seca e inundación, y por la moneda, y porque no engorda tanto como ayer… Las discrepancias sobre su gestión, incluso en diversos sectores del FA (de buena fe o por cálculo electorero), no empaña un liderazgo respetado por todos los agentes de la economía uruguaya.
La semana pasada desistió de postularse a la precandidatura presidencial del Fa –el mismo día en que fue galardonado como el mejor ministro de economía de este año (y de todos los que estuvo en el potro).
Como siempre, supo ver la realidad. Y se atuvo a ella.
La canoa va…, y la indiada agradece tamaña suerte.
¡Danilo, sos un as a la enésima potencia! ¡Salud, campeón!
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