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Los ataques al comisario (R) Mario Layera por Ignacio Martínez

Los ataques al comisario (R) Mario Layera por Ignacio Martínez
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A alguien hay que culpar. Tanto el ministro Heber como el propio Presidente Lacalle, hay apuntado sus relatos de fuegos artificiales contra Layera, acusándolo de ser el “artífice del fracaso” de la acción policial anterior, como si ellos, hoy, fueran los abanderados de los grandes triunfos.

¿Cuál es la verdad? Fue a partir del año 2005 que comenzaron los verdaderos cambios positivos para la Policía. Se los asumió como trabajadores permitiéndoles sindicalizarse. Se les dio aumentos salariales entre el 11 y el 14 % como nunca antes, reconociéndose incluso aquellos trabajos en negro como era el 222 y sumándoselos a salarios dignos que incluían aguinaldos. Se mejoraron las condiciones de trabajo con buenos uniformes, varios por año, mejor armamento, mejores condiciones edilicias de las comisarías, de Sanidad Policial, con mejor tecnificación y mejor atención médica. También hubo mejoras en la movilidad vehicular y se creó el Fondo de Vivienda. Se promulgó la Ley del Procedimiento Policial que da verdaderos respaldos al quehacer del trabajo de la Policía y no la LUC que, como bien afirma Layera en su carta pública del 9 de marzo, confunde defender la vida con defender la propiedad; defender la libertad con la detención sin límites; ejercer la autoridad sin reparar en los derechos humanos.

¿Cuál es la verdad, señor Heber y señor Presidente Lacalle? Que hoy la Policía, como toda la población trabajadora, está padeciendo una clara rebaja salarial perdiendo el poder adquisitivo. Que los homicidios aumentaron 40% en el primer trimestre, en relación al mismo período del 2021, que la crónica policial es abrumadora, día a día, y no hay relato que la maquille. Hay carencias importantes en recursos humanos y materiales para el accionar policial.

¿Qué medida se toma? Se procede a reincorporar policías jubilados. Esto no solo atenta contra la necesidad de abrirle caminos a mujeres y hombres jóvenes que renueven la Policía, sino que, además, se incorpora personal que ya cumplió sus funciones, que no está familiarizado con la informática y las nuevas tecnologías y los nuevos procedimientos y las preparaciones físicas y mentales necesarias para los operativos. Esos funcionarios jubilados tendrían que seguir en su merecido descanso, dejando que el Estado apunte sus esfuerzos humanos hacia una nueva Policía.

La Policía no debe ser sometida a una escalera interminable de violencia más violencia. El ministro Heber debería saberlo. Hoy la LUC deja abiertas las puertas a esa escalada represiva que, como se ha demostrado en todo el mundo, está condenada al fracaso. A la prueba me remito. Hay una ley que permite derribar aviones, pero las avionetas cargadas de droga pasan por nuestras narices (y por nuestros contenedores y por nuestros aeropuertos). Hoy la realidad es que un delincuente narcotraficante o incitador a la violencia y al tráfico de armas o un violador o violadores en jauría, puedan gozar de arrestos domiciliarios y pase muy poco o nada. Mientras unos gramos de tráfico de marihuana pueden originar varios años de cárcel.

Entonces, señor Ministro y señor Presidente, no carguen contra Layera. No se pierdan la oportunidad de tenerlo como asesor con toda la experiencia que posee. Reconozcamos que, en muchos aspectos, señor Heber, Bonomi tenía razón y el relato que Usted fabricó y la consigna de “vivir sin miedo” han sido una farsa y la humildad y la sinceridad, deberían reconocerlo.

Todos debemos llamarnos a la reflexión sobre estos temas cruciales, incluso Patricia Rodríguez, la Presidenta de SIFPOM con quien concuerdo que los Policías no son nuestros enemigos, están en mi misma vereda, pero para eso hay que sentirlo y practicarlo. Creo que, de seguir este controversial aliento represivo y predicando relatos que tergiversan la realidad, no distinguirán al delincuente del ciudadano y correremos el riesgo de quedarnos en veredas muy distantes y distintas.

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