Home Entrevista Central Rodolfo Silveira, Consejero de la UTEC: “Somos un agente de desarrollo territorial”

Rodolfo Silveira, Consejero de la UTEC: “Somos un agente de desarrollo territorial”

Rodolfo Silveira, Consejero de la UTEC:  “Somos un agente de desarrollo territorial”
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Hace ocho años que existe y nunca habíamos caído por la UTEC para conocerla por dentro. Coordinamos y nos fuimos hasta su sede montevideana, en el LATU, para charlar con Rodolfo, que está desde el origen de esta universidad. Nos fuimos entusiasmados por su funcionamiento y, sobre todo, por su potencial. Sin duda allí radica mucho de la educación del futuro.

Por Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

PERFIL:

Montevideano de 68 años. Su padre fue policía y tiene 98 años. Su madre era empleada doméstica. Tiene una hermana. Quedó viudo de su primer matrimonio con tres gurises chicos. Estudió medicina, pero nunca ejerció como médico. En 1972 entró como honorario en el Instituto Clemente Estable. Después hizo la maestría en neurociencias y el doctorado. Estuvo en Suecia y en Brasil varios años. Trabajó en la industria farmacéutica. Fue presidente de la ANII y del LATU. A los 50 años, estudió el MBA en la Universidad Católica, pero no hizo la tesis.

 

Contame de tu llegada a la UTEC.

Al Pepe se le ocurrió lo de la UTEC. Me llamó un 31 de diciembre y me dijo: “Está esta changa, si querés”. Le pregunté quién más iba a estar. “Pablo Chilibroste y María Antonia Grompone”. Me pareció bárbaro y agarramos viaje. Dejé el LATU, porque era difícil con las dos cosas. Empezamos a trabajar en enero de 2013 pero no teníamos presupuesto. Pedimos plata prestada al BID, y con esa ayuda y otra prestada de algún otro organismo, funcionamos así todo el 2014 y empezamos con la primera oferta educativa. Así que al año estábamos largando la primera carrera en lechería, en Colonia.

La UTEC ahora tiene diez años.

La ley es del 28 de diciembre de 2012. Empezamos a laburar en febrero de 2013. Tiene ocho años reales.

Tiene once centros.

Tiene tres institutos tecnológicos regionales, que son los ladrillos grandes. Primero fue Fray Bentos; después, Durazno y el último, Rivera. Esos son los institutos grandes, de cuatro o cinco mil metros cuadrados edificados. Y después hay sedes que dependen de esos centros. Está en Mercedes, en Paysandú está Tecnología de Alimentos, hay dos sedes en Colonia, está San José, en la vieja cárcel de San José, que quedó espectacular, y este año vamos a inaugurar Cerro Largo. Hicimos un estudio muy detallado de cuáles eran las necesidades del territorio. No inventamos nada, pero miramos el mundo. Y además tuvimos un montón de asesoramiento. En 2013 trajimos más de cincuenta especialistas a Uruguay para que nos dijeran cómo laburar.

Especialistas de todas partes del mundo.

De todas partes del mundo: Corea, Canadá, Estados Unidos… Muchos de la región. Y uruguayos que estaban en el exterior y que voluntariamente decidieron dar una mano. Hay una ayuda importante del BID y del Fondo Coreano. Estuvo bueno. Los centros hoy están distribuidos en base a lo que son las necesidades de los territorios. Las tecnologías están muy vinculadas a los territorios. No se puede llegar a pontificar en ningún lado, esa es la primera cosa. “Ahora llegó la Universidad y les voy a explicar cómo funciona”, no se puede hacer eso. Ahí marchaste.

Esas cosas de los académicos. Van a pontificar.

No digo que todos, pero hay una tendencia, sí, que es histórica, que viene desde Bolonia, o de los chinos, hace tres mil años, con las primeras escuelas de estudios superiores de los chinos, que tienen cuatro mil años y eran iguales. Pontificaban para el emperador. No es nuevo. Pero al interior no podés llegar a pontificar. Tenés que ir con las orejas grandes y mirar un poquito qué pasa. En Uruguay las cosas son totalmente diferentes según el lugar al que vayas.

Hay muchos interiores.

Creo que sí, y más en el tema de educación y desarrollo territorial. La UTEC, mucho más que una institución educativa, es un agente de desarrollo territorial. Si no, no tendría sentido hacerla. Llevar educación por llevar educación no tiene sentido. Es igual en todas partes del mundo. No es que estemos descubriendo la pólvora, y más cuando es una universidad tecnológica. El profesor Maggiolo se paraba, en los años setenta, y decía que la ciencia es universal y la tecnología es local y regional. Y es verdad, porque cuando vos vas con la tecnología, vas a resolver problemas de algún lugar. Claro, en los años setenta no había la globalización de hoy, y hoy hay soluciones tecnológicas universales, y son contextos históricos diferentes. Pero es lo mismo. Es anecdótico, pero tenemos dos carreras que se llaman Logística. La Logística que se da en Rivera es diferente a la que se da en Río Negro. La gente pregunta que cómo hay dos programas de Logística distintos.

¿Por qué son distintos?

Porque con uno estoy en Rivera, que es una frontera seca, primera cosa, donde hay un desarrollo que está fundamentalmente basado en el tráfico fronterizo, donde proliferan los free shops, donde hay un aeropuerto que es el que está más lejos de Montevideo, y donde hay una influencia de cien a uno entre los brasileños con respecto a los uruguayos. La carrera de Logística de Rivera no tiene nada que ver con el ambiente en el cual se está formando la gente en Fray Bentos, ciudad que viene del viejo Frigorífico Anglo, que sigue teniendo hoy una presencia cultural importante. Estar adentro del Anglo nos costó convencer a las autoridades, a Patrimonio, a la UNESCO. Está muy arraigado, como en toda ciudad que nace a partir de un centro fabril. Es su impronta. Y tiene para logística la vía fluvial más importante de Latinoamérica, donde pasan más barcazas que en el Mississippi. Obviamente que vas a saber las mismas fórmulas matemáticas, pero la forma en la cual se encara es diferente. Nosotros, además, enseñamos en base a proyectos y problemas. Casi todo el modelo educativo está basado en la solución de proyectos y problemas. La única manera de adecuar eso a lo que la población siente como cercano es la resolución de problemas en dos regiones que son totalmente distintas. Lo mismo nos pasó en Cerro Largo, donde vamos a ir este año y estamos empezando a arreglar el viejo Molino Gramón. Se había prendido fuego, luego fue una feria de artesanos y ahora está en obra, en el centro de Melo.

¿Qué pasó ahí?

En Cerro Largo hicimos un trabajo previo, igual que en las otras sedes, en cuanto a ver un poco las necesidades. Lo primero que hacemos es hablar con los actores locales, con las autoridades políticas, y con las educativas, porque también la educación es distinta. Artigas, que es un debe que tiene la UTEC, es el mayor productor de maestros per cápita del Uruguay. La gente no tiene otra cosa. 5% de los estudiantes están en Magisterio, es una barbaridad. Y, además, no van a laburar en Artigas, van a emigrar. ¿Por qué la UTEC se generó así? Por esas razones, porque nos pareció, mirando otros modelos y discutiendo con mucha gente, que había que llegar a los territorios y hacer un relevamiento de las necesidades de las personas. Por eso no estamos en los mismos territorios que la UDELAR. Yo di clase yendo en ONDA a la UDELAR de Salto, hace cuarenta años, cuando ir a Salto era quijotesco. Y hay que reconocer el esfuerzo que hizo la UDELAR durante cuarenta años. Al día de hoy, un 26% de la población mayor de veinticinco años de Montevideo tiene formación terciaria universitaria. El interior en su conjunto está en un 8%. Y en algunos lugares, como Durazno, donde estamos teniendo la mayor inversión en la historia del Uruguay con UPM, solo un 4% de la población tiene educación terciaria universitaria. Es la educación más inequitativa en su distribución dentro de la oferta educativa en Uruguay. Así como la educación primaria y la secundaria están muy bien desarrolladas, la terciaria todavía tiene agujeros muy grandes, y fundamentalmente la pública. Y lo otro es que es un país macrocefálico, donde las cosas suceden en Montevideo. En Montevideo tenemos esta oficina acá en el LATU, y somos el 1% del total de funcionarios de la UTEC. ¿Por qué? Porque hacemos un enorme esfuerzo de descentralización.

Aparte, no está pensado que den clases en Montevideo.

No, no damos. Es para el interior, así lo marca la ley. Lo cual no quiere decir que si viene un pope internacional y va a dar una charla en el LATU no vengan los estudiantes. Los traemos a Montevideo. Buena parte de las cosas están acá, los traemos a Zonamerica, como los traemos al puerto. Lo que no tenemos es oferta educativa en Montevideo, porque tenemos mucho que hacer en el interior.

La fundación de la UTEC rompe con el monopolio de la universidad pública de la UDELAR.

Ciento cincuenta años de una única universidad pública es algo muy raro. Cuando vas por ahí y contás que hay una sola universidad pública, no es algo común. Y además una universidad pública que atiende toda la demanda, lo cual también le complica la vida.

Es un elefante grande.

Sí. Fui docente durante veinticinco años en la Universidad, y no es fácil lidiar con esos ciento treinta mil estudiantes. Es una cosa enorme. El MIT tiene doce mil estudiantes, contando los de grado y los de posgrado. Y la cifra de docentes es más o menos de unos mil seiscientos en total.

La matrícula de la UTEC tiene hoy cuatro mil estudiantes.

A diciembre eran cuatro mil doscientos cincuenta y tres, activos. Porque esa es otra cosa. ¿Qué es un estudiante universitario? En la UTEC en ese momento tenemos cuatro mil doscientos cincuenta estudiantes que en los últimos seis meses han dado exámenes, han ido a clases. Esos son activos. Si un tipo después de seis meses no hace ninguna actividad es registrado en el sistema como un estudiante que suspendió sus estudios, y se habla con él para ver por qué, y puede desligarse completamente, como nos pasó en 2021, cuando tuvimos la mayor deserción en la historia de la UTEC.

¿Se fue mucha gente?

En total en la historia de la UTEC nuestra desvinculación estudiantil está alrededor del 20%. Es bastante razonable, aunque está lejos de nuestra meta, porque queremos una deserción que no supere el 7%. Veníamos bien, pero se nos complicó con los dos años de pandemia. Hoy no puedo asegurarte si es producto de la pandemia o es producto de que le estamos errando en alguna cosa, pero lo que sucedió fue que en 2021 tuvimos una mayor deserción. Tenemos un seguimiento personalizado del estudiante, tenemos una relación entre docente y estudiante que cuidamos mucho.

¿Cuántos docentes hay hoy?

Hoy en total tenemos unos trescientos sesenta y nueve docentes activos y doscientos funcionarios. La relación docente/estudiantes es de un docente cada diez estudiantes y un funcionario cada veinticuatro estudiantes. Esa es parte de nuestra forma de trabajo. Es un objetivo que se cumple. Tenemos veintisiete objetivos que monitoreamos mes a mes, y noventa y pico con auditoría interna y externa.

¿Se cumplen?

No todos. Si no, seríamos unos cracks. Todos los años en la rendición de cuentas presentamos los objetivos cumplidos y no cumplidos. En algunos cumplimos muy bien. Si te digo que quiero retener el 93% de los estudiantes, entonces me puse la vara bien arriba. Esa es la media de las universidades más altas del mundo. Me puse objetivos altos, y lo sé, pero también es un problema cultural el convencer a toda la gente que trabaja en la UTEC de que hay que retener a los estudiantes, una tarea que implica otros problemas. Todos sabemos que en la enseñanza media hoy tenemos un problema, lamentablemente.

¿El interior es tan grande como Montevideo?

Es más o menos lo mismo. Tenemos un departamento de monitoreo permanente y lo hemos estudiado, aunque hay otras problemáticas según la zona. Tenemos el problema del poco egreso de la enseñanza secundaria. Estudiantes que llegan a la universidad con veinte y pico de años, y eso también dificulta. El otro problema que hay es que si hoy a un estudiante de diecisiete años le pregunto qué quiere ser es probable que me responda youtuber o influencer, aparte de jugador de fútbol. No quiere ser ingeniero en agua y desarrollo sostenible. En general, a los diecisiete años vos no sabés qué querés hacer. Por eso en nuestros programas hemos cuidado mucho la transversalidad, lo que llamamos “navegabilidad”, dentro la UTEC. Los estudiantes podrían fácilmente cambiar de carrera u orientación, porque las básicas son las mismas para todas.

¿Cómo encaran las carencias que traen los estudiantes?

Ahora, por ejemplo, tenemos casi cuatrocientos estudiantes que están haciendo idioma español. El inglés es obligatorio como cualquier otra materia, y los que salen de la UTEC salen sabiendo inglés, certificados por Cambridge. Pero estamos dando clases de idioma español. Si el tipo no sabe escribir un informe o un mail, o no tiene comprensión lectora, tengo que tratar de ayudarlo. No puedo decir que no es problema mío, que le enseñaron mal en secundaria. Estoy dentro del sistema educativo y trabajo para que el uruguayo, dentro de treinta años, tenga un mejor laburo. No puedo desligarme. Somos parte del sistema educativo público. Pero si noto que falta competencia, tengo que tratar de modificar la currícula, sin bajar la calidad de la enseñanza. El ingeniero tiene que saber para salir al mundo del trabajo de hoy, y trabajamos con formación continua. Insisto, somos un agente de desarrollo territorial. Trabajamos con la comunidad, con los gobiernos departamentales. Por suerte, hemos trabajado con gobiernos de todos los colores, el mayor aliado estratégico que hemos tenido en la UTEC es el Congreso de Intendentes.

Están interesados en que vaya la educación.

Obviamente. Es lógico, es natural que si soy el jefe político de una determinada zona quiera que mi zona crezca. Y la educación es el vestido del futuro. Ese es un poco el objetivo de la UTEC, y por eso no hay formatos inamovibles.

Estabas hablando de Cerro Largo.

Nosotros pensábamos llegar con la carrera de Tecnologías de la Información, no presencial. Pero en Cerro Largo, cuando empezamos a reunirnos con el sector educativo, con las ligas de fomento, las ligas comerciales, los productores, encontramos otra realidad. Uno de los problemas que surgió es que no había ingenieros en agua, cuando hay brutos problemas de agua, con los arroceros, con el ganado, en las ciudades, en el saneamiento, con las inundaciones. Nosotros tenemos una carrera en Durazno, llamada Agua, Drenaje y Manejo de Afluentes. Ahí lo empezamos a trabajar, con alguien de la Universidad de Delft, en Holanda, que es donde está el centro de agua más reconocido del mundo, un centro UNESCO. Los holandeses llevan mil años trabajando el agua. Creo que es el único país en el mundo que no clora el agua potable. Es bien interesante. En el año 2012, estando yo en el LATU, vino un muchacho uruguayo formado en la UDELAR que se había ido para Estados Unidos y luego a Holanda a laburar en Delft. La descose. Labura en Cuba, en África subsahariana. Solucionan problemas de agua, es un instituto que se dedica a eso. Empezamos en el LATU y luego me lo traje para acá. Él sigue allá, pero ahora se viene del todo. Con la ANII le mandamos casi treinta estudiantes que se formaron en agua en Delft y que casi todos están ahora laburando en Uruguay. Cuando llegamos a Cerro Largo, vimos el problema del agua, que no teníamos previsto. Era el momento de hacer la carrera de Ingeniería en Agua y Desarrollo Sostenible. Porque ahí es un encare diferente, y el mundo también está yendo para ese lado, hacia la sustentabilidad. Por eso esta universidad no tiene receta. Yo qué sé lo que vamos a estar haciendo dentro de diez años.

Se adapta a las necesidades del territorio.

Y a las necesidades del cambio brutal tecnológico.

La estructura te permite cambiar eso. Zafaste del cogobierno.

La comparación fácil es con el cogobierno tal como lo entendemos en la UDELAR. Sí, no tenemos esa estructura. Pero tenemos un Consejo Directivo, que está mal que siga siendo provisorio después de ocho años. Tenemos un Consejo Directivo Central provisorio y no constituyó el gobierno, nunca se reglamentó la ley de creación de UTEC. La ley tiene algunas cosas que incorpora y que son muy buenas, como por ejemplo la ley de representación de los trabajadores y los empresarios en el Consejo, pero no es changa. Es una decisión política donde la UTEC tiene una parte, pero después el gobierno tiene otra. Nosotros siempre pusimos nuestros cargos a disposición en cada cambio de gobierno.

No tuvieron problema con el cambio de gobierno.

Creo que está bien no toquetear mucho algo que considerás que anda. Aquello de que cuadro que gana no lo toques es una expresión de boliche, pero es la vida misma. El presidente nos preguntó si queríamos seguir y no tuvimos problema, y seguimos.

¿Qué presupuesto tienen?

Te lo cuento fácil, para ser bien transparente. El pedido presupuestal de 2021 fue de noventa millones de pesos. Nos dieron sesenta y ocho.

Les habían dado veintiuno. Fue un lobby interesante. ¿A quién convenciste?

Reconozco que la UTEC ha tenido en el Parlamento, en general, una sensibilidad en todos los gobiernos, desde que se creó hasta ahora.

Me dijiste que el mejor aliado fue el Congreso de Intendentes. Los intendentes son todos del partido de gobierno. Es lógico que …

Pero antes no eran. En los períodos anteriores teníamos muchas intendencias que no eran blancas. Estábamos en Río Negro, por ejemplo, que no era blanca. Con todos nos fue bien. Lo que pasa también es que los legisladores, fundamentalmente los diputados, que son departamentales, también nos dieron un apoyo. Y además es una universidad que tiene una ventaja y es que no tiene mochila. Los uruguayos tenemos un problema que es el prejuicio. La UTEC no generó anticuerpos. Hasta ahora. En algún momento los va a generar. Yo voy a hablar por la UTEC y te puedo asegurar que me siento totalmente libre de decir lo que quiera. Nadie está enojado con la UTEC.

Salvo la UDELAR.

Quizás la UDELAR, por su historia, porque tiene muchos años…

Porque le hace roncha. Es una competencia indirecta.

Creo que no. Nadie en la UDELAR me lo dijo, jamás. Y con todos los rectores que pasaron, desde el 2014 hasta ahora, hemos trabajado bárbaro. Que después haya personas dentro de la UDELAR que puedan pensar otra cosa, no sé.                                       Al contrario, creo que esto es sinergia pura porque somos áreas complementarias. Tenés una universidad con un enfoque que es mucho más académico, con carreras en las que nosotros no tenemos competencia para hacerlas, y esto es una universidad tecnológica que trabaja en áreas bien específicas, en algunos casos en conjunto con la UDELAR. A veces hay chisporroteos de prensa, con algunos aspectos gremiales. Pero a nivel institucional nadie ha dicho nada. Porque, además, cuando preciso algo, ¿dónde lo voy a buscar? A la UDELAR que es mi socio natural. No voy a hacer un laboratorio de investigación básica estando la UDELAR en Uruguay. Si yo preciso un estudio de bacteriología o de hidrología, voy y hablo con Juan Cristina, con el Pasteur, y le digo a cualquiera de ellos lo que preciso. En ingeniería biomédica sí es nuestra responsabilidad, en cambio, porque es un área que no está desarrollada en la UDELAR. Y así en logística, en mecatrónica. No hay conflicto en ninguna de las instancias en las que trabajamos en conjunto, y tenemos decenas de actividades en conjunto.

¿Qué relación tenés con las universidades privadas?

Muy buena.

¿Hay sinergia también?

Hay sinergia. Hay una sinergia importante, por ejemplo, en este programa que tenemos con el BID sobre Data Science, Ciencia de Datos, un posgrado que damos con un fondo del BID, que se llama Uruguay Global, que se hace con Ceibal y con ANII. Ahí las universidades privadas han estado activas, tienen su gente. Fue un programa recontra exitoso en el que las universidades privadas han intervenido mucho. Hay una muy buena relación con la Universidad Católica, con la ORT. Nos conocemos hace mil años. Yo con Grünberg jugaba a la bolita, y me debe un bochón desde el año 59. Vivía en Soriano 822 y yo en el 825, enfrente. Puerta por puerta. Y el padre, que hoy sigue estando activo, era mi pediatra. Así que me debe un bochón. Es amigo, por otro lado. Tenemos un buen relacionamiento. Nosotros pertenecemos al sistema público.

En un sistema público muy sui generis. Tenés un convenio con el MIT.

Con fondos del BID.

Y esos cursos…

Algunos son pagos, sí. Igual que los posgrados en la UDELAR.

¿No rechina un poco que una universidad pública cobre?

A mí personalmente, no.

Pero en el imaginario uruguayo…

¡Ah!, en el imaginario, claro que sí.

Están privatizando la educación pública.

No, porque todo aquel que no tenga para pagar tiene beca.

¿Cuántos estudiantes tenés en esos cursos?

Ahí hay cosas interesantes que la gente no sabe. La primera generación de Data Science, que es un posgrado de generación de datos, en el que tenés que saber mucho inglés y lenguaje de computación, es para gente con un cierto nivel de formación. Es gente que está bien formada. El MIT lo exige, también. Tiene sesenta y cuatro premios Nobel. No regalan nada, y se juegan el prestigio, como corresponde. La primera generación tuvo cincuenta y nueve inscriptos, de los que se recibieron cincuenta y dos. ¿Por qué? El tipo que entra a hacer eso no entra a bobear, no entra buscando un diploma más. Te exige estudiar treinta horas por semana. Se hace casi totalmente virtualmente, después hay actividades y seminarios presenciales. Los del MIT vinieron. Vino una premio Nobel a dar una charla. Son cursos de alto nivel. ¿Por qué no los vas a cobrar?

¿Cuánto vale un curso de esos?

Depende. Ahora estamos haciendo uno, después te lo verifico bien. Pero calculá que una maestría de MIT, en un curso corto, puede costar quince mil dólares. Acá sale más o menos unos cinco mil dólares, porque en parte está patrocinado.

¿Y ustedes dan becas para esos cursos?

Casi todas en un 100%. Muchos de nuestros docentes han hecho el curso. Si tenés alguien que es un gerente de una empresa internacional, a la que la empresa manda a hacer el curso, o que él decide hacer el curso, y tiene un salario suficiente, lo paga. Ni siquiera te pide una beca, porque entiende el valor agregado que eso le da a su vida. También puede entrar, como han entrado, gurises del norte del Uruguay que no tenían un mango y que terminaron el curso en el MIT, sin haber tenido ninguna otra posibilidad de acercarse al MIT de no haber estado la UTEC. No quiere decir que seamos buenísimos, quiere decir simplemente que…

¿Cómo lograste el convenio con el MIT?

Los convencimos. En aquel momento había una voluntad de hacerlo, desde el punto de vista político, primero entre el BID y Tabaré Vázquez. Nos dijeron que estaba esa posibilidad y un día nos fuimos allá. Llegué en mitad de una tormenta de nieve, me quedé trancado. Llegué a las nueve de la mañana y me tomé el avión de vuelta a las nueve de la noche.

Doce horas.

Doce horitas. Llegué tarde a la reunión, porque el avión aterrizó tarde por la tormenta de nieve. Ni desempaqué, fui con la valija. Y los convencimos de que era factible. Había que convencer al presidente del MIT, que no es changa. Lo convencimos de que era un buen estudio. Lo sobredimensionamos, era la primera experiencia del MIT con estas características en Latinoamérica. Obviamente, no estaba pensado para Uruguay sino como un programa regional, y tiene estudiantes colombianos, argentinos, peruanos, paraguayos. La mayoría son uruguayos, pero está pensado como una actividad regional. Y el MIT dijo que sí. Y estamos trabajando, y estamos trabajando bárbaro.

¿Cuándo empezaron estos cursos?

El primero fue en 2019.

Estás en la segunda generación.

En la tercera. Están abiertas las inscripciones para la tercera. Nos agarró la pandemia, y nos embromó bastante. Acá te das cuenta de otra cosa, que es la velocidad del cambio. Cuando nosotros tuvimos esa oferta, a fines de 2018, éramos la única oferta en la región de un curso de Data Science, Ciencia de Datos. Hoy debe haber, entre Argentina, el sur de Brasil y Chile, no menos de veinte ofertas similares. Es la tecnología. Es como hablar del blockchain y las criptomonedas, hace tres años eras terrible original, ahora pasaste a ser uno más. Eso obliga a repensarse permanentemente. Ofertas educativas que pensabas iban a ser muy disruptivas, hoy lo son más o menos. Mirá que también somos una universidad pública. Estamos dentro de todas las reglamentaciones, por más que podemos agilizar la interna y mover alguna cosa relativamente fácil, porque somos chiquitos, no tenemos una estructura pesada. Si mirás el organigrama, ves que es muy horizontal. No tenemos cátedra, por ejemplo. No tenemos cosas pesadas para mover.

¿Cuántos docentes extranjeros tenés?

Un 20% de los docentes actualmente son extranjeros. Si me preguntás por qué, te voy a decir que no tengo la más pálida idea. Viven en el interior, no están en Montevideo, ni uno.

¿De qué países?

Tenemos argentinos, colombianos, venezolanos, cubanos, españoles, brasileños. Son un 20%, es una barbaridad. Uruguay resulta un país atractivo para vivir, en general.

¿En el interior?

Sí o no, depende. Estamos hablando de ingenieros, en general. Hay buenos ingenieros graduados brasileños a los que les cuesta encontrar trabajo, en todo el sur de Brasil. Es una zona que tiene una cultura muy parecida a la nuestra, y a ellos les gusta trabajar en esa cultura. Y Uruguay resulta atractivo. En Rivera la mayoría de nuestros docentes son brasileños, no uruguayos. Es mucho más fácil que venga un brasileño a radicarse y ser docente en Rivera. Tenemos una política de radicación de docentes fuera de Montevideo, tanto uruguayos como extranjeros.

¿Docentes de Montevideo se fueron para el interior?

Sí, todos los directores de ITR, por ejemplo. Hay una cosa que estuvo vigente desde el comienzo, una compensación por desarraigo. Le damos un 40% de su salario el primer año, un 25% el segundo y un 15% el tercero. Porque tampoco vamos a abusar de la herramienta. El primer año te ayudamos, cuando tenés que ubicarte. Después, te vas quedando, y se acabó, ya no hay más desarraigo, sos de ahí. No es que te fuiste y te damos un premio para toda la vida. Si te fuiste, te fuiste.

¿Tenés estudiantes de Montevideo, también?

Muchos, un 10% de los estudiantes, de los cuatrocientos estudiantes. Estudian a distancia, muchos en la Licenciatura de Tecnología de la Información, pero también muchos en carreras que no hay. Por ejemplo, en Jazz y Música Creativa casi todos son de Montevideo. Fue difícil convencer a la gente de por qué la UTEC tenía que tener esa carrera.

¿Y por qué en Mercedes?

Bueno, por lo que te dije antes. Porque vos tenés que ir a los territorios y escuchar.

El Jazz a la Calle ha sido un boom.

Siempre es un boom. Si no vas a Mercedes, no lo sabés. Por eso no se puede pontificar ni hacer desde un escritorio sentado acá. Yo desde acá no hago nada.

¿Vas mucho al interior?

Muchísimo. Estamos yendo un poco menos porque también hay menos actividad, pero la semana que viene vamos a Florida a dar charlas motivacionales para que los gurises de secundaria se inscriban. Son esas cosas que no se ven. Te llevás un docente de energías renovables de Durazno a Florida, y te juntás con dos o tres directores de liceos, con maestros, porque siempre hay gente sensible a esto, y das una charla para veinte gurises. Si uno te agarra, ya está bárbaro. Tenemos un Departamento de Comunicación y lo hemos estudiado. Estamos en todas las redes. Trabajamos mucho en las redes para incentivar a los estudiantes a inscribirse, pero la mejor propaganda de la UTEC en el interior es el boca a boca. Soy bastante bueno tratando de vender la UTEC a los gurises. Pero un ingeniero es un tipo aburrido, que te habla de cosas difíciles. Como siempre digo, tenés dos maneras de enseñar física: una es la tradicional, y la otra es agarrar a los gurises de primer año de mecatrónica y decirles: “Muchachos, tenemos un problema, ustedes en seis meses con el docente de Física y de Matemática tienen que hacer un gato hidráulico que soporte dos mil quinientos kilos”. Entonces el tipo va a aprender la física, la matemática, y no se va a dar cuenta que está aprendiendo, y va a tener un gato hidráulico terminado. Aprende lo mismo, pero de una manera mucho más divertida.

Me llamó la atención que ustedes no tienen autos propios, los alquilás.

Primero, yo no quiero un chofer sentado ahí afuera esperando a que yo me levante de esta silla. Uso mi auto, si voy a mi casa. Y cuando voy para afuera, alquilo. Entonces no tengo auto, no tengo taller, no tengo chofer. Puede ser muy mal visto por el que dice que no genero empleo. Puede ser. Pero yo con eso me ahorro un 15%, en el peor de los escenarios de ahorro. Todos los años me da lo mismo cuando hago el cálculo de inversión y mantenimiento en vehículos y de personal asociado. Lo que estamos haciendo ahora en el interior, a través de un programa que tenemos con el Ministerio de Industria y la Dirección Nacional de Energía, son vehículos eléctricos para distancias cortas, en cada uno de los lugares, para que hagan los movimientos internos dentro de las ciudades; por ejemplo, ir hasta la terminal de ómnibus. Y lo otro que vamos a poner ahora son bicicletas eléctricas. Va a ser un trabajo de los propios gurises. Las bicicletas nos las va a dar la Dirección Nacional de Energía. Va a ser un proyecto piloto con cinco bicicletas por instituto tecnológico regional, en la terminal de ómnibus. Hay mil cosas para solucionar, en las que los gurises se pueden involucrar. Queremos hacer ahora un proyecto de reconversión de bicicletas viejas en eléctricas, con kits de motorcitos.

 Tuviste un servicio de ómnibus.

Tenemos varios. Tuvimos uno en Mercedes, que estuvo bueno. Es lo que pasa en la vida real: todo esto que planeamos y escribimos en los papeles después funciona más o menos. Fray Bentos queda a cuarenta y dos kilómetros de Mercedes por la ruta. Es más rápido que ir de acá a la Plaza Cagancha, por lejos. Son veinte minutos, dependiendo de cómo esté de camiones. Pero después de las diez de la noche no hay ómnibus. Nosotros tenemos clases de seis a once, porque la gente labura. Esa es otra, nuestra población es de quintiles bajos de la población. El 56% es de los quintiles inferiores.

Y 84% de primera generación de estudiantes universitarios.

Sí, una cifra que este año, por lo que vimos de los que están preinscriptos, se sigue manteniendo más o menos igual. Y la mitad de los que venían a Fray Bentos eran de Mercedes. Alguno tenía auto, y traía tres o cuatro. Pero a veces pasa que el que tiene auto no va, o que el que tiene moto no va a hacer cuarenta kilómetros lloviendo por la ruta. Lo que hicimos al principio, durante dos años, fue contratar una combi, y después convencimos a la empresa para que pusiera un ómnibus que saliera de Fray Bentos a las once de la noche. Nos llevó dos años de negociación, pero se logró. Ahora tuvimos un acuerdo con la intendencia de Cerro Largo por el cual los gurises que este año van a ir a la carrera de Agua y Desarrollo Sostenible, que tienen que ir cada quince días hasta Durazno, tengan un vehículo de la intendencia que los lleve y los traiga. La logística del transporte es parte de la oferta educativa. Tacuarembó, Rivera, Cerro Largo y Artigas son cincuenta y cuatro mil kilómetros cuadrados de superficie, y los gurises no son de las capitales sino del interior. Ir de Melo a Rivera son doscientos sesenta y tres kilómetros, y no es changa. También hay que solucionar estos problemas. Si no, tenés una oferta educativa al cuete, si la gente no puede ir porque no tiene ómnibus.

¿En los polos tecnológicos tenés comedores para los gurises? ¿Son todos nocturnos?

Ahora hay actividades todos los días, pero el grueso de los cursos es nocturno. Casi toda la población nuestra es gente que trabaja. No tenemos comedores. Te lo voy a poner en términos muy empresariales: ese no es mi negocio. Yo no sé administrar un comedor, yo soy una universidad.

Podés hacer una tercerización.

Bueno, pero para hacer eso precisás gente. Todavía no estamos en condiciones. En Durazno había una rotisería que estaba enfrente, pequeña, y que se ha transformado. Claro, hay quinientos estudiantes todos los días en la vuelta. En algunos casos se ha solucionado. Lo otro que hay que solucionar es el alojamiento de los estudiantes. En algunos lados lo tenemos solucionado; por ejemplo, en Durazno, donde tenemos un acuerdo con la Fuerza Aérea desde hace seis años, que funciona perfecto. En la base de la Fuerza Aérea tenemos un espacio que administra la UTEC y que tiene sesenta lugares all inclusive para los gurises. La comida la proporciona Fuerza Aérea. Treinta lugares para mujeres y treinta para hombres. Está espectacular de limpieza, que la hacemos con personal nuestro y personal de limpieza que fiscaliza. Las clases de inglés para los pilotos las da la UTEC, y ellos nos brindan ese servicio. Nos brindan un servicio de transporte en avión para muchos estudiantes, por ejemplo, en los parques eólicos. Si la gente que hace Energías Renovables quiere ir a ver un parque eólico de pronto tenés que salir el día antes, pero si vas en avión podés aterrizar en una pista cercana. Si no, no podés. ¿Cómo vas a Los Caracoles desde Salto? No tenés manera. Y eso nos lo brinda la Fuerza Aérea. Tenemos un acuerdo que marcha perfecto, hemos pasado por cuatro comandantes en jefe, han cambiado los ministros y no pasa nada. Funciona perfecto y todos ganamos. Tenemos estudiantes de la Fuerza Aérea.

¿Población masculina y femenina?

Ese es uno de los objetivos. Queremos mitad y mitad. Estamos en un 30 a 70%, en casi todas las carreras. En alguna, como en Tecnología de Alimentos, hay más mujeres, y está en un 80 a 20%. Y también en la Licenciatura en Alimentos. Lograr la equidad de género es un problema en el mundo. Tenemos una política de género, tenemos un incentivo especial para las mujeres. Hay toda una política. La remamos.

Con la pandemia y el GACH se revalorizó el papel de la ciencia. ¿Los está fortaleciendo a ustedes también?

Nosotros tenemos mucha impresión digital, ayudamos bastante en eso. Llegamos a juntar casi sesenta impresoras trabajando al unísono para imprimir máscaras, y donamos más de diez mil al Ministerio de Salud Pública. Se trabajó en reparar respiradores, que es lo que hace un ingeniero biomédico. Pero tampoco quisimos tener un rol protagónico. Creo que sí marcó en el mundo, el interés por las carreras biológicas, y por la biomedicina. Eso está bueno, y ojalá se mantenga. Porque también es verdad que después tenés que tener un empleo. Y, hoy por hoy, si mirás cómo se distribuyen los biólogos en Uruguay, ves que en un 80% y pico trabajan en el sector académico. Es muy baja la demanda de biólogos en el sector privado, y es baja incluso en las empresas públicas, excepto algunas áreas como la DINAMA o la DINARA. Pero después ni siquiera las empresas públicas tienen una gran inversión.

¿No hubo crecimiento?

La matrícula universitaria en Latinoamérica aumentó mucho en los últimos veinte años. Es un fenómeno que se ha estudiado bastante. La CEPAL tiene un muy buen estudio sobre esto. No se ha visto todavía el impacto. El problema es más filosófico, de discusión en otro ámbito. Si mirás las universidades en el mundo, y estoy hablando de cualquier ranking, en general ninguna universidad latinoamericana está entre las primeras doscientas universidades del mundo. A nosotros nos preocupa un poco el que digas que Brasil, que es la sexta potencia económica mundial, no tenga ninguna universidad dentro de las doscientas primeras. Ni dentro de las cien. A veces la Universidad de San Pablo aparece en algún ranking. A veces el Tecnológico de Monterrey, en México. O la UBA, en Buenos Aires. Preocupa. En Latinoamérica hay treinta y dos millones de estudiantes universitarios, y somos de las regiones con menos producción científica, con bajo apoyo a la ciencia, la tecnología y la innovación. Todos conocemos el asunto del presupuesto dedicado a eso. En Uruguay está en 0.4, y en la región anda muy abajo. Brasil tiene un 0.7, 0.8. Si pensamos en Iberoamérica, España tiene un 1.5. Pero en los países centrales; por ejemplo, Israel, tiene 3.5; Finlandia tiene un 3. Hay una diferencia, que no digo que explique todas las cosas, pero claramente hay una apuesta.

Hay una interrelación muy grande entre lo que es empresa y universidad, que acá no se da tanto.

Acá se da mucho menos. Es muy difícil. Tenemos muy buenos acuerdos con empresas, los buscamos, tenemos eso dentro de nuestros objetivos centrales y es parte de la filosofía de trabajo. Trabajamos muy bien a nivel de las empresas públicas. UTE, por ejemplo, reconoce ahora a nuestros egresados como candidatos a los puestos técnicos. Hay también un trabajo cultural en esto.

¿Tienen estadísticas sobre qué posibilidades de trabajo tienen los egresados de ustedes?

Sí, claro, lo monitoreamos permanentemente. Prácticamente el 100% está trabajando en el área en la que se formó. Hacemos carreras muy dirigidas y no tenemos problema en decir que educamos para el trabajo.

Sos parte del empresismo académico.

Sí. Nos pasa con gurises que están trabajando en Tranqueras, vendiéndole productos a Estados Unidos, sentados en una chacra con el perro, la boina, el mate y el termo. Y está bárbaro. Después están los tambos. Todos los egresados en industrias lácteas laburan, y algunos de ellos ganando buenos salarios. Formamos para el mundo del trabajo. También formamos para un mundo del trabajo que no sabemos cuál va a ser dentro de cinco años. También aportamos a la formación continua. Así como te digo que en 2020 teníamos tres mil y pico de estudiantes, ese mismo año pasaron once mil personas por cursos que dio la UTEC, no directamente vinculados a su currícula habitual. Lo que llamamos educación no formal, enfocada al territorio, certificación de saberes, de gente que no tiene la acreditación de lo que hizo. Ese es otro problema grave en Uruguay, el de la gente que aprendió y es idónea pero no tiene un título. Acá todos los días aparecen cosas nuevas. UTE ahora tiene un problema en la parte de distribución energética, no tienen técnicos. Nos pidieron expresamente si no podíamos hacer un curso a medida. Hacemos bootcamp, esa modalidad nueva de formación. Es una experiencia nueva que empezó en 2013 en Israel. Este fue el primero que se hizo en Latinoamérica. Lo hicimos con una empresa, porque en general necesitás especialistas en diseño. Se entrenan intensamente en una actividad. Son grupos chicos de personas que se forman en cosas que tengan alta empleabilidad, que el mercado esté reclamando y que no tenga recursos. Este duró nueve semanas, ocho horas por día.

Era intenso.

Te matan. Vienen los gringos y dan las clases. Eran cuarenta, y de esos aguantaron treinta y ocho. A una gurisa nos la robaron antes de que terminara, con lo cual no completó los créditos y no consiguió el título, pero no hubo forma de convencer a la empresa de que la dejara terminar. Para que el bootcamp sea exitoso tiene que tener un resultado inmediato. Los formaste para eso, porque alguien los estaba reclamando. Al mes, el 56% estaba laburando y otro 15% estaba en entrevistas de laburo. Al cabo de un mes, el 80% estaba empleado en el área en la cual se había formado. Ahora vamos a hacer otro en marzo. La pandemia también nos embromó eso, porque esto sí es presencial. Es todo el día, y se hace acá. El que hicimos fue en la sede de San José.

Comentaste una vez que en un concurso de setenta mil jóvenes hubo uno que sacó el puesto de 21 y que era estudiante de ustedes.

Es verdad, de esos setenta mil primero quedaron tres mil, después trescientos, y después este alumno quedó en el lugar veintiuno. Tenemos locos que la han descosido.

No tenés departamento jurídico.

Tenemos una abogada sola, como funcionaria, y después contratamos todos los servicios jurídicos, de cualquier tipo.

Tenés auditoría interna y externa.

Tenemos auditoría interna, con una auditora interna real, que solo trabaja de auditora. Tenemos contratada a una empresa externa para que le dé soporte a la auditora interna. Después tenemos la externa, que siempre la tuvimos, también contratada. Y después tenemos la auditoría del Tribunal de Cuentas, que viene en diciembre cada año.

¿Qué quincho tuviste con el sindicato?

Acá hay dos sindicatos.

Se están por unir.

Por lo que sé, sí. Trato de no meterme en esas cosas. No puedo ser juez y parte. Un sindicato es ANTUTEC, el otro es SITUTEC, que es con el que hemos tenido algunos chisporroteos, que salieron en la prensa. Fundamentalmente, en algunos casos, por persecución sindical. En otros, por evaluación de desempeño, no renovación de cargos y demás. SITUTEC está afiliado al PIT-CNT. El otro sindicato, no. Pero nos llevamos bien. De las instancias en las cuales se habló de persecución sindical, y en las que se llegó a instancias en el Ministerio de Trabajo, y a la Justicia en un caso de denuncia por acoso laboral, todos los juicios terminaron dándole la razón a la Universidad. Y tenemos dos casos que todavía no terminaron. También te digo que nosotros tenemos un sistema de evaluación de desempeño.

¿Cómo es?

Ahí está un poco el corazón del problema más significativo. No hay ningún sistema de evaluación de desempeño que sea perfecto. El nuestro se aplica. Hacemos evaluación de desempeño de verdad. Hacer evaluación de desempeño no es decir: “Vamos a fijar unos objetivos y después vemos”. No, es una cosa que requiere un entrenamiento, requiere formarse. Hemos formado a los docentes o a los evaluadores. Hay que formar al evaluado, para que sepa hacerse la autoevaluación. Hay cosas que son técnicas, y hemos hecho todo eso estos años. Todavía falta, obviamente, y además se incorpora personal permanentemente, y entonces tenés que volver a evaluar. Acá se trabaja por objetivos, al igual que en la Universidad. Si no, es imposible. Si quiero tener un 50% de mujeres, tengo que tener un grupo de gente que esté trabajando para fomentar la inserción de la mujer. No sucede por decreto ni por milagro. Todo el mundo funciona por objetivos. Se hace un plan anual, se evalúa, y hay una evaluación donde el jefe inmediato lo evalúa, se hace una reunión de devolución y se fijan los objetivos. Como el primer año es contratado, tiene que tener una evaluación de desempeño satisfactoria para poder renovar. En el segundo año, si tiene dos años satisfactorios, queda presupuestado. Ahí es donde han surgido las mayores diferencias, en el sistema de evaluación de desempeño. Estoy convencido que un sistema de evaluación de desempeño debe aplicarse. Si no, no tiene sentido hacerlo. Es como legislar y después no poder controlar la ley. Acá se hace. Los cargos acá son todos por concurso.

¿Todos?

Los únicos cargos de confianza son los tres consejeros y dos secretarias. Esos son los cargos de confianza que hay en la UTEC. Todo el resto del personal entró por concurso. Y los concursos son concursos. Ha habido algún chisporroteo de prensa. Yo intervine en diez concursos. Después, sobre un concurso que se haga en Rivera doy fe de que hay un tribunal, de que los concursos son serios. Para todos los cargos jerárquicos, por ejemplo, los de directores, el tribunal lo integran dos externos y uno de UTEC. Estamos convencidos de la necesidad de la mirada externa. Si no, te volvés muy endogámico. Es uno de los grandes riesgos.

¿De dónde son los externos?

Los buscamos al azar. Por ejemplo, buscamos un tipo que es especialista en capital humano para un cargo de capital humano. Era la responsable de capital humano de Ceibal y una persona con treinta años de experiencia en capital humano en el LATU. O el decano de ingeniería de la ORT, que también integró uno de los últimos tribunales. Salimos a buscarlos. A veces no te agarran viaje. Esa es otra, porque es una changa. Tenés que revisar treinta currículos, hacer las entrevistas. Es un concurso bien hechito. Tenés que hacer un plan de trabajo, defenderlo. Le hemos errado, hemos elegido gente equivocada. Tampoco hay métodos infalibles. Y esto tiene una cultura propia. Acá, si se sentás y te achanchás en la función, estás pelado, porque te va a pasar el tren por arriba.

¿Cuántos estudiantes tiene que tener esto?

En este momento, a diciembre de 2021, tenemos cuatro mil quinientos estudiantes activos. Antes de la pandemia, nuestra idea era de un ingreso de mil a mil doscientos estudiantes por año. Y, si salieran en tiempo y forma, deberían recibirse alrededor de unos ochocientos por año. Eso todavía no está pasando. Hay alguna gente que está un poco atrasada. La pandemia también nos cambió los números, pero vamos a suponer que esto se normalice. Esperamos tener una universidad que tenga alrededor de doce mil estudiantes. Esa sería una universidad con las medidas que hoy podemos tomar, y esto lo monitoreamos permanentemente, cuánto absorbe el mercado laboral a nuestros egresados. También está eso. El mercado laboral o los emprendimientos. Tenemos mucha gente que tiene sus propios emprendimientos. Por mercado laboral me refiero al mundo del trabajo en su conjunto. Nosotros, en 2017, con algún estudio que hicimos con una asesoría internacional, estimamos, y por ahora no hay nada que nos haya hecho cambiar de idea, alrededor de unos doce mil estudiantes como una cifra razonable.

¿Para el 2025?

Sí, con una matrícula de unos mil quinientos estudiantes anuales, en el entendido de que la UTEC va a crecer, que vamos a tener nuevas sedes, más lugares. Si la matrícula no crece, algo estás haciendo mal. Si tenés más oferta educativa y la gente no se te anota… Y tampoco es anotarse por anotarse. También nos pasa que acá hay una cultura en la que me parece que los gurises salen muy tiernos de la enseñanza media y entonces se anotan en tres carreras. Por eso tenemos una entrevista personal con cada estudiante. En la entrevista averiguás muchas cosas y a veces vos mismo sos el que terminás diciéndole: “Me parece que no es para vos”. En el posgrado es mucho más fácil. Ahora hay una oferta educativa que se va a hacer, que es un bootcamp, pero en un modelo online, que tiene treinta horas semanales de dedicación. Si no le podés dedicar ese tiempo, entonces no te vale la pena hacerlo porque vas a marchar al espiedo, vas a morir en el intento. Y hay gente que no tiene treinta horas. Si laburás ocho horas y tenés tres gurises y sos la jefa de hogar, lamentablemente, no podés.

¿Tiene buena comunicación la UTEC?

Tenemos un equipo muy bueno en comunicación, muy profesional.

Pero no le das recursos.

Sí, como no. Nunca se quejaron por los recursos. Está por ejemplo Paz Sartori, la gurisa que era de Búsqueda. Es una maquinita. El equipo es muy profesional. Tenemos muy buena gente en redes. Se comunica muchísimo por redes. El lenguaje que manejan los gurises, nuestros potenciales clientes, dicho groseramente, es de una población que se maneja mucho en redes. Y nos conocen. Después hemos mantenido un perfil bajo. Sí es verdad que tanto Andrés Gil, Graciela Donato  y yo, los consejeros, no somos de salir a comunicar mucho. Hacer mucho tachín tachín para mí no sirve. Nosotros salimos a mostrar resultados cuando hay resultados. Y a decir cuando tenemos alguna dificultad, como pasa en el ámbito del presupuesto nacional, por ejemplo, donde vamos e informamos el resultado del año y decimos cuánto precisamos, sin exagerar. Pedir doscientos porque sé que me van a dar cincuenta y después voy a llegar a cien y entonces me van a dar setenta es un jueguito que no hacemos. Vamos con el presupuesto, y sacamos algunas actividades cuando el presupuesto no da. Y esa misma política la usamos en comunicación. Todas las de comunicación son mujeres. Ayer de mañana tuvimos una reunión por el plan de comunicación de este año. Ahora fueron las que nos convencieron de ir al interior para apurar las preinscripciones, que cierran el 18 de febrero. El equipo es muy profesional. Gente tenemos, y plata hay. Todo el mundo nos dice que comunicamos poco. No digo que comuniquemos mal, pero comunicamos poco. Es culpa nuestra, no del equipo de comunicación ni de la plata. Es culpa nuestra.

¿Cómo te llevás con el ministro de Educación?

Bien.

Y a Rodrigo Arim también lo conocés.

Obviamente. Conozco a todos los decanos, desde hace treinta años. A algunos desde hace más. Hay una cosa que me parece importante rescatar y es que, jamás, ninguno de los ministros de Educación que pasaron por acá nos dijo lo que teníamos que hacer. Nunca. Incluso yo salí a reclamar varias veces que por favor me dijeran algo. Nunca jamás tuvimos una presión del gobierno, de ningún color ni de ningún ministro. Lo único que alguna vez hemos tenido es algún político que vino pidiendo un carguito para alguien. Pero nunca un ministro. Y fue gente de todos los colores, también. Pero nunca un ministro nos dijo lo que teníamos que hacer. Eso está muy bueno. A veces me siento un poco abandonado de la mano de Dios.

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Alfredo Garcia Nació en Montevideo el 9 de agosto de 1954. Es Licenciado en Historia por la Universidad de Estocolmo, Suecia; que fue su lugar de residencia entre 1975 y 1983. Hizo un postgrado en Marketing y realizó los cursos del Master de Marketing en la Universidad Católica de Montevideo. Trabajó durante veinte años en la industria farmacéutica en el área privada. Su labor como periodista comenzó en los semanarios Opinar y Opción a principios de los ochenta. Participó en 1984 en el periódico Cinco Días clausurado por la dictadura. Miembro del grupo fundador del diario La Hora, integró luego el staff de los semanarios Las Bases y Mate Amargo. Escribió también en las revistas Mediomundo y Latitud 3035. Es el impulsor y Redactor Responsable del Semanario Voces. Publicó el libro Voces junto con Jorge Lauro en el año 2006 y el libro PEPE Coloquios en el año 2009. En el año 2012 publica con Rodolfo Ungerfeld: Ciencia.uy- Charlas con investigadores. En 2014 publica el libro Charlas con Pedro y en 2019 Once Rounds con Lacalle Pou. Todos editados por Editorial Fin de Siglo.