Ansia de movimiento
Hiende el rulo rígido de las olas su proa, donde viaja, altiva, la Victoria. ¿Hacia dónde se dirige? ¿Rompió la brújula? ¿Perdió el Norte? ¿Hasta cuándo durará su extravío? Si es que es tal…
¿O se trata de una condena? Navegar inmóvil, sin llegar jamás a puerto. Padecer la peor pesadilla de todo marinero: no poder regresar a casa; la condena infernal de los remeros: clavar con todas sus fuerzas las palas de sus instrumentos en el lomo de la mar y no moverse un ápice.
O tal vez la aspiración de esta bella nao sea otra. Singlar hasta desprenderse de la pesantez del muro que la ha aherrojado entre sus fauces de cemento, para transmutar, algún día, en libérrima ráfaga sin amarras, dueña de todas las rutas del infinito azul.
(Ubicación: Misiones 1434)
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