La semana pasada festejamos la fiesta de la democracia.
Que más de un millón de uruguayos votaran es un triunfo.
Ya corrieron ríos de tinta analizando las elecciones internas.
Quizás sea hora de hacer un párate y mirar hacia adelante.
¿Cómo se van a encarar los futuros pasos hacia octubre?
¿Tendremos una guerra de discursos y publicidad partidaria?
¿Se buscará desacreditar al adversario para ganar votos?
¿Realmente creen que jingles, carteles y avisos convencen?
Me pregunto si el millón y medio de compatriotas que no fueron el
30 de junio, son convocados y persuadidos por la propaganda.
Los problemas que tenemos hoy y que pueden agudizarse mañana
son sin lugar a dudas las principales preocupaciones de la gente.
Trabajo, educación, seguridad, vivienda entre tantas otras cosas.
Todos somos conscientes que esta elección va a estar muy reñida.
Sabemos con certeza que nadie va a tener mayoría parlamentaria.
La experiencia reciente de campaña sucia debería ser una lección.
Tenemos renovación de liderazgos en los partidos principales.
Sus tres candidatos tienen algo importante en común: son honestos
Por supuesto que hay diferencias y está bien que existan, pero hay
urgencias sociales que precisan acuerdos supra partidarios ya.
¿No es posible acaso, encarar una nueva Concertación Nacional
Programática como se hizo a la salida de la dictadura en 1984?
Las necesidades de nuestra gente nos obligan a tender puentes.
Un nuevo encare de la política, poniendo el bien común por
encima de los mezquinos interés sectoriales o partidarios.
No se pierde la identidad blanca, frentista o colorada por lograr
con un diálogo fraterno y sin chicanas, propuestas comunes.
Si es viable el debate, ¿cómo no van ser posible compromisos?
Ha llegado por fin la hora de dejar de lado prejuicios y etiquetas.
Creo que es viable, ahora Daniel, Luis y Ernesto tienen la palabra.
Alfredo García
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