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ENFOQUE: En busca de la memoria perdida

ENFOQUE:   En busca de la memoria perdida
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Uno de los descubrimientos centrales de Marcel Proust, señalan los especialistas, es el apresar literariamente lo que hoy conocemos como “memoria involuntaria”. El autor de En busca del tiempo perdido describe algunas de sus ideas con las siguientes palabras: “Cada día le concedo menos valor al intelecto. Cada día veo con más claridad que si el escritor trata de recobrar alguna parte de las impresiones, es decir, llegar a algo personal y al único material del arte, lo debe hacer a un lado. Lo que el intelecto nos reintegra bajo el nombre del pasado, no es el pasado. En realidad, tan pronto como muere cada hora de nuestra vida, se encarna a sí misma en algún objeto material como lo hacen las almas de los muertos en ciertas historias populares y se esconden allí. Ahí permanece cautiva, cautiva para siempre, a menos que tropecemos con el objeto, reconozcamos lo que está oculto, lo llamemos por su nombre y así le demos la libertad”
Para Proust son algunos objetos particulares los que, si nos topamos con ellos, nos devuelven las impresiones de otro tiempo, los que nos remiten a nuestro pasado en ellos capturado. Más allá de algunas paradojas que se desprenden de su “anti-intelectualismo”, Proust señala un camino de autoinvestigación que tiene consecuencias en un tipo de elaboración artística que desecha la posibilidad de cualquier reconstrucción lineal de hechos del pasado. Y Marcel Sawchik es un creador que se caracteriza justamente por una forma de trabajo que recurre a asociaciones oníricas y y a objetos casi míticos que son fundantes de algunas de sus historias. En particular en espectáculos como Neso (2019) y El despojo (2022), como señalamos en otro lugar, Sawchik explora una “zona pulsional arquetípica desde la que surgen leyendas rurales o urbanas pautadas por algún hecho inconfesado”. Hay varios aspectos de estos trabajos mencionados que podemos identificar en Diciembre, texto escrito e interpretado por Sawchik y dirigido por Mariella Chiossoni que se reestrenó la semana pasada en el Teatro Circular.
Diciembre se centra en las vivencias de Pablo Sobrino, hijo del obrero gráfico y funcionario de la Universidad de la República Guillermo Sobrino, secuestrado en Buenos Aires en diciembre de 1977. El vínculo de Pablo con la memoria de su padre es problemática, Guillermo “desapareció” justo el día del cumpleaños de Pablo, quien había ido a Buenos Aires con sus abuelos para festejar su cumpleaños número seis. Ese encuentro trunco genera una herida que el protagonista parece no poder ni siquiera nombrar por décadas.
La historia no tiene un desarrollo lineal, sino que un Pablo ya maduro nos comparte recuerdos de su su niñez con su “padre Tuto” en el campo, y algunos otros recuerdos, muy pocos, con su padre Guillermo. El intelecto, como nos decía Proust, no parece colaborar mucho con la intención de recordar a su padre “verdadero”. Tampoco ha colaborado mucho el que la palabra “hijo” en su caso venga con una carga que connota bastante más que un vínculo filial. Él no es solo un hijo, él es un HIJO. Y esa herencia se convierte en una carga. Hasta que un objeto que Pablo guardó durante décadas sin atreverse a evocar en un momento despliega su carga y le permite “reconocer lo que estaba oculto, llamarlo por su nombre y darle libertad”.
El objeto en este caso es una carta que su padre le escribió cuando Pablo aún era un niño, pero que lee cuando ya tiene más de cuarenta años. Y no son solo las palabras que contiene esa carta las que liberan a Pablo. Es que el objeto tenía la llave para desbloquear un conjunto de emociones que Pablo no había podido experimentar. La carta, como el propio Pablo retrató más adelante, se convirtió en una mano que desde algún lugar del pasado Guillermo extendió a su hijo, y éste a su vez pudo finalmente apretar. Es difícil transmitir las sensaciones, pero cuando Sawchik, encarnando a Pablo, lee esa carta, gran parte de lo narrado hasta ese momento cobra otras dimensiones. Quizá lo más significativo sea pensar en el comienzo de la obra, cuando el “padre Tuto” rezongaba a Pablo por haber “desaparecido” sin avisar a nadie donde estaba.
Pero que el pasado pueda volver a ser puesto en relación con el presente, que la memoria permita echar luz sobre las ausencias, no deja de ser un proceso doloroso. Es luego de leer la carta que Pablo puede reconstruir mentalmente el secuestro de su padre. Es en ese momento en que puede ponerse en el lugar del padre y comprender el dolor de alguien que sabe que ya no volverá a ver a su hijo mientras es arrastrado hacia los calabozos de Quilmes y de Banfield.
Gran parte de la potencia de Diciembre tiene que ver con esa capacidad de evocar algunos recuerdos, quizá confusos, que luego de la lectura de la carta se despliegan con otra luz. Para eso el texto brinda pistas, pero el trabajo de dirección y el diseño del espacio son claves. El escenario se cubre de tierra, arena y algunos objetos que remiten a esas imágenes que conectarán diversos momentos del pasado del protagonista. Detrás del actor, y en el mismo tono sepia que domina mayormente el espacio, se proyectarán algunas imágenes claves para ir ilustrando el proceso mediante el cual el protagonista logró echar luz sobre su historia.
El pasado es un territorio en disputa, hoy más que nunca, y Diciembre es un espectáculo que se ofrece con una perspectiva clara en esa disputa. Pero no para ofrecer una mera “reconstrucción” de hechos objetivos, sino como forma de compartir el proceso individual y doloroso por el cual una persona particular logra recuperar su historia. Por supuesto que estamos ante una elaboración teatral de los hechos, y hay varias licencias y anacronismos que ajustan la historia para que funcione como espectáculo escénico. Pero lejos de ser un problema, esto es una fortaleza más que permite invitarles a que vayan este fin de semana al Circular para conmoverse con uno de los mejores espectáculos estrenados en 2024.

Diciembre. Texto y actuación: Marcel Sawchik. Dirección: Mariella Chiossoni.

Funciones: sábado 15 a las 20:30, domingo 16 a las 19:30. Teatro Circular.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.