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Ese empecinado Amor por Alejandra Waltes

Ese empecinado Amor por Alejandra Waltes
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El 21 de setiembre José Luis Invernizzi cumpliría 105 años. La llegada a mis manos de “Tola Invernizzi: la rebelión de la ternura”, el libro escrito por Carlos María Dominguez, me da una excelente excusa para hablar de quien fuera mi Maestro en la entonces Escuela Nacional de Bellas Artes hoy Instituto Nacional de Bellas Artes perteneciente a la Facultad de Artes.
Quizá el hecho de que los padres de José Luis Invernizzi “Tola” se dedicaran a trabajar en diferentes pensiones en Montevideo, en dónde además vivían, haya sido lo que marcó su ser cosmopolita. Es imposible hablar de la obra del Tola sin hablar de su vida. En el trabajo de Domínguez se contemplan ambos aspectos, aunque se prioriza el rico anecdotario, en los textos curatoriales y en el libro de Alicia Haber, la crítica uruguaya que, junto a pocos más (entre ellos Amalia Polleri), dio los primeros pasos firmes y entusiastas para reconocer al artista, “Tola Invernizzi: El tiempo en que el arte se enfureció”, se puede leer la presentación y análisis desde el punto de vista plástico, de la obra del artista. La vida del Tola estuvo marcada por la militancia política, la entrega a numerosas causas sociales, la solidaridad, una generosidad que llegaba al altruismo, el humanismo, la valentía, su amor a la lectura y a la cultura, el culto más profundo a la amistad, la capacidad inagotable de seducir, una vida de excesos múltiples, la actitud bohemia combinada con el arrojo deportivo, su carácter decidido y tenaz, su habilidad para las matemáticas, y su amor por el arte. Creía recordar que su vocación por la pintura surgió de retratos de unos monjes franciscanos vistos en su infancia y observaba con atención a quienes entraban y salían del círculo “Amigos del Arte” a pocas cuadras de su casa. Comenzó a escaparse del liceo para ir al Museo de Bellas Artes del Parque Rodó a empaparse de las obras de Blanes, Herrera, Cúneo, Blanes Viale, quedando deslumbrado por el trabajo de Carlos Federico Sáez. Ya en la década del ’40 Tola frecuentaba el Café Metro, en la Plaza Libertad, donde “compartía las mesas con Paco Espínola, Onetti, Martínez Moreno, Liber Falco, los hermanos Flores Mora, Carlos Maggi, Cabrerita, entre tantos otros referentes de las letras y el arte. En 1947 el Tola trabajó en Argentina en la película ‘El que recibe las bofetadas’, de Narciso Ibáñez Menta, siendo por su impresionante físico el levantador de pesas de un circo. El desarrollo de Piriápolis fue un fuerte llamador para que la familia Invernizzi decidiera probar suerte en el balneario en desarrollo. Fallecido el padre del Tola, la familia se traslada a Piriápolis para trabajar en el Hotel Italia de su propiedad. Aseguran quienes lo vieron que por ese entonces no pasaba desapercibido, su naturaleza sociable y bondadosa hacía que fuese querido por todos. Tola Invernizzi fue autodidacta. Ingresó al Círculo de Bellas Artes, en dónde por su estatura y desarrollo muscular de estatua griega fue invitado a posar desnudo, cosa que aceptó y derivó en una situación incómoda. En la sala, un tallerista pasó a su lado y le tocó el culo. El Tola no volvió a pisar la academia. Casado en segundas nupcias con Emilia Alperovich en 1950 se estableció definitivamente en Piriápolis. Junto a Milka trabajaron en la sala de primeros auxilios, la escuela, el liceo, la comisaría y en toda clase de actividades honorarias. Juntos construyeron más de 400 casas. Su habilidad para las matemáticas y la necesidad de economizar un ingeniero en las obras lo llevó a hacer calculista de hormigón y luego de inaugurado el Liceo Popular de Piriápolis, que lleva actualmente su nombre, a ser durante dos años su profesor de matemáticas. Hizo su primera exposición en Buenos Aires en la Galería Viau en 1950 y en Amigos del Arte de la calle Bacacay en 1953. En 1953 expuso por primera vez en Montevideo. El crítico García Esteban objetó su dibujo tortuoso y su destrucción de las formas. Tola no volvió a exponer en la capital hasta tres décadas después. En 1980 colgó pinturas y grabados en la Asociación Cristiana de Jóvenes, y al año siguiente en Punta del Este. Del 83 al 85 montó tres muestras en la pequeña sala de Cinemateca de la calle Carnelli. En mayo de 1987, en el Centro de Exposiciones de la Intendencia de Montevideo, una retrospectiva de su obra convocó a 300 personas en el día de la inauguración. Alicia Haber participó en la curaduría y viajó a Piriápolis para contactarse con todos los trabajos del artista. Pasada la exposición municipal, Invernizzi recibió el Premio Aica de pintura y dos cuadros suyos integraron la muestra «Retrospectivas Nacionales», organizadas en el Cabildo de Montevideo. En 1994 exhibió su “Via Crucis” en el Castillo de Piria. Fue la oportunidad para que el cineasta argentino Guillermo Costa filmara un documental que en el 95 se exhibió en Minas, cuando la Fundación Lolita Rubial premió a Tola con un Morosoli. En 1996, otra retrospectiva, en el Museo Juan Manuel Blanes -dirigido por Gabriel Peluffo-, insistió en confirmar la entrada de la pintura de Invernizzi dentro del circuito principal. Al entrar en el siglo XXI, un coleccionista argentino compró a Tola cuatro telas entre las que estaba “Máquina para cazar misterios”, un óleo sobre tela -de 136 por 205 centímetros-, pleno de asociaciones surrealistas. Durante su última década de vida, fue docente en la Escuela Nacional de Bellas Artes donde se comprometía con los procesos creativos de los estudiantes más que con los resultados. El Tola nos impulsaba a ser mejores seres humanos, el mejor ser humano que pudiéramos ser para que desarrolláramos un compromiso genuino con nuestro hacer. Nos dedicáramos a lo que nos dedicáramos nuestro hacer nunca iba a ser individual, siempre sería por y para el colectivo. Dada mi formación anterior esto fue lo que me llevo a elegirlo como Maestro. En el año 2000 reunió en un único volumen las cinco carpetas antes editadas. El 16 de marzo de 2001, a las 3 de la madrugada, murió en su casa, «El Retiro». En tiempos de incertidumbre y deshumanización se extraña la mirada dignificante del Tola.

La Resurrección (Tola Invernizzi- S/F)

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