Heber, la inseguridad está en tu casa por Ignacio Martínez
El caso Astesiano no solamente comprometió a la Presidencia, sino que inmediatamente implicó al Ministerio del Interior (MI) y a la Policía toda. Hoy es cada vez más ancha la brecha entre los altos mandos policiales y el personal subalterno. Día a día se incrementan denuncias ante los sindicatos policiales procurando que estos defiendan a sus afiliados de sanciones, persecución sindical, maltratos y presiones que hacen cada vez más difícil la ya tensa actividad policial, sino que atentan directamente contra los derechos humanos del policía medio.
En realidad, al ya archiconocido delito de los pasaportes falsos, ahora se suma que Astesiano está relacionado con lo que se llama “tráfico de influencias”, acomodos y “gauchadas”. Esto se desprende de las declaraciones de la mismísima Fiscal Fossati hace unos días. Todo esto ha tomado estado público y va desde espionaje, hasta ofrecer información de inteligencia, desde beneficiar a empresas privadas de seguridad, hasta exoneración de multas y el traslado de agentes.
A la prueba me remito. En medio de este tembladeral renunció Héctor Ferreira, el N° 2 de la Policía. ¿Por qué? ¿Fue solamente por epítetos graves contra un senador? ¿Realmente este señor honra el uniforme, como dijo el presidente? ¡Desconfio!
Hay altos mandos de licencia: el Subdirector Jorge Berriel, el Fiscal de empresas Henry de León, el Director de Inteligencia, Claudio Correo y el Director de Sistema de Gestión de Seguridad, Fabricio Fagúndez.
Heber se defiende. Dice que el caso Astesiano se destapó gracias a la gestión de la Policía. Que estos delitos comenzaron con el FA. La verdad inadmisible, señor Heber, es que un hombre de la calaña de Astesiano, fuera custodio de confianza del presidente, estuviera instalado en el 4to piso de la Presidencia y desde allí operara con delitos que involucran a la Policía, al ministerio de Relaciones Exteriores, a altísimos funcionarios del Gobierno, de este Gobierno, al Estado y a la Democracia.
En otro orden, señor Heber, fue en los gobiernos del FA que la policía tuvo el mejor aliento para organizarse y las mejoras sustanciales a su salario y sus condiciones de trabajo. Esta situación hoy deshonra al policía, debilita su imagen ante la ciudadanía y, por ende, también hace retroceder la seguridad tan necesaria ante tanto delitos, femicidios y asesinatos.
Nadie quiere partidizar esta situación, pero está claro que tiene un alto sentido político referido a las políticas de gestión del propio Ministerio del Interior, la designación de sus jerarquías y el tratamiento que ha tenido todo este tema de Astesiano y compañía.
Este gobierno restituyó en sus cargos a personal que había sido dado de baja por el gobierno frenteamplista por haber cometido irregularidades. Colocaron en cargos claves a personal de gente mayor incapaz de ajustarse a los cambios hacia una Policía moderna, efectiva, eficaz y reconocida.
Hoy la Policía está presionada y se cohíbe de hacer denuncias de cosas que pasan en la interna policial. Nosotros, la ciudadanía, debemos alentar a que se descubra todo lo que es delictivo e irregular y que resiente la Institución Policial. Debemos apoyar a la Fiscalía y seguir investigando a todos los niveles.
El primero que debe habilitar esta actitud democrática es el propio ministro en lugar de pasarse abriendo paraguas para defender lo indefendible.
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