“Mantendré el máximo respeto por la vida humana…” (Juramento médico) por Ignacio Martínez
…no me guiará otro propósito que el bien de los enfermos, absteniéndome de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras… (Juramento de Hipócrates)
Carlos Américo Suzacq Fiser, de 73 años, es el médico cardiólogo que fue identificado por diecisiete víctimas de torturas que, entre 1972 y 1974, poco antes del golpe cívico militar y ya en plena dictadura, como asesor o asistente de los militares torturadores en plenas prácticas de suplicios a detenidos en esa época.
Esto lo convierte no solamente en un cómplice de aberraciones y prácticas lesivas, sino también, lisa y llanamente, en un torturador que no debería exhibir más su título de galeno.
La jueza penal, Silvia Urioste, envió a prisión preventiva a Suzacq imputado como autor de reiterados delitos de privación de libertad, lesiones graves y violencia privada.
Este medico cardiólogo, tenía como rol indicar a los militares hasta «cuándo parar o seguir con las torturas», tal como resulta de los testimonios y pruebas suministradas a la jueza.
Una de esas declaraciones las dio Elena Zaffaroni, quien fue testigo de las torturas hacia su esposo, Luis Eduardo González González, quien permanece desaparecido. Ella manifestó que Suzacq Fiser estaba para «reanimar a los detenidos cuando sufrían un paro cardíaco durante las torturas».
La causa fue abierta en el año 2011 por 17 víctimas de torturas cuyos sufrimientos se produjeron en el entonces Regimiento de Caballería No 6, en Montevideo donde este torturador prestaba funciones.
Suzacq partió para España en 1977. Allá residió hasta la extradición decidida por la justicia española y producida este año 2023. Ejerció la medicina en aquel país durante casi tres décadas, pero se sabe que viajaba prácticamente una vez por año a nuestro país con total impunidad.
Es de recordar que en esta causa ya han sido procesados con prisión los militares retirados Gustavo Criado, Glauco Yanonne, Alexis Grajales, Jorge Silveira, Artigas Álvarez Nieto y Walter Forischi desde el pasado mes de junio.
Ahora cae esta ficha que se suma a los más de ochocientos médicos que trabajaron para los militares durante la dictadura y cuyos expedientes están en poder de la Comisión Nacional de Ética Médica de Uruguay. Varias decenas de estos inescrupulosos médicos torturadores ya han sido identificados y procesados en diversas causas, pero todavía queda mucho por hacer.
Desde estas líneas vayan mis respetos por la jueza Urioste que se suma al muy buen desempeño de otras juezas en otros casos (como el reciente asunto del pedófilo Penadés). También mi reconocimiento a los testigos que, una vez más, convocan a todo aquel que conozca situaciones de este tipo, que denuncie, incluidos a los propios militares.
En relación a la profesión médica, muchas veces deteriorada por prácticas inconcebibles como estas o políticas que hacen de la medicina una mercancía, vayan las palabras de Hipócrates como precursoras de la Ética: Si mantengo y cumplo éste mi juramento y no lo quebranto con infracción alguna, concédaseme disfrutar de la vida y de mi arte y ser honrado y venerado siempre por todos. Si lo violo y resulto perjuro, quépame en suerte lo contrario.
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