Esto es un pedido de ayuda para encontrar cabezas libres.
Resulta que somos muchos los que estamos hartos de los
dogmáticos que dicen amen a todo lo que pregona su “iglesia”
Esos fanáticos que acatan ciegamente lo que dice su jauría.
Los que no condenan a Hamas por no ser tildados de pro judíos.
Los que no critican al gobierno israelí, para no parecer terroristas.
Los que te etiquetan de kirchnerista si le das con un caño a Milei.
Los que te consideran gorila si decís que el peronismo no te gusta.
Los que no fueron al acto del Obelisco para no ofuscar al líder.
Los que faltaron con aviso para no juntarse con la “plebe” zurda.
Los que repiten como loros consignas huecas de sus dirigentes.
Los que un día sí y otro también, buscan enemigos irreconciliables.
Los que precisan como el aire que respiran, del ellos y el nosotros.
Sigan pegándose mutuamente, van camino de la extinción política.
La mayoría de la gente está en otra, y posee gran sentido común.
No critica un hospital en el Cerro porque lo construyó la derecha.
No se come la pastilla de un Frente Amplio dominado por radicales.
No cree que la población no creció por la despenalización del aborto
No entiende lógico un plebiscito por la reforma de las jubilaciones.
No considera que un rentable narco show sea periodismo serio.
No se traga el verso de una izquierda antidemocrática y Uruzuela.
No tolera el acoso sexual y la violencia ni a diestra ni a siniestra.
No comprende el raro privilegio de trabajadores de una mutualista.
No soporta que no se regule la financiación de los partidos políticos.
No aguanta que no haya acuerdo en seguridad y educación pública.
Va siendo hora de que los de a pie dejemos de ser rebaño y
usemos las neuronas para decir lo que realmente opinamos.
Si algo está bien, está bien, más allá de quien lo haya inventado.
Y lo que está mal, está mal, aunque lo haga un compañero de ruta.
Se vuelve necesario salir del barro de las redes sociales y animarse
un poquito a decir lo que se piensa, aunque aúllen mucho los lobos.
La famosa corrección política no es ni muy correcta ni muy política.
Es tiempo de plantarse firme y hablar fuerte, ¡orejanos al ruedo!
Alfredo García