Reflexiones sobre un asesino: el coronel Gilberto Vázquez por Ignacio Martínez
En el año 2006 el coronel (R) Gilberto Vázquez declaró ante un Tribunal Especial de Honor para Oficiales Superiores. Hoy accedimos a esas actas. Allí reconoce. “…estuve prácticamente dos años trabajando en Argentina, tengo que ver con el segundo vuelo, con el primer vuelo, con casi todas las cosas que pasaron allá…”.
Más adelante afirma: ““Nosotros ejecutamos, no asesinamos, que son cosas muy diferentes. Nosotros no torturamos, nosotros apremiamos porque no había más remedio. El mínimo imprescindible para sacar la verdad, porque no había otra forma de combatir y estoy orgulloso de lo que hice”.
En otros tramos agrega: “Le van a enseñar a mis nietos que yo era un asesino y yo no soy un asesino ni un hijo de puta. Yo era un soldado e hice lo mejor que pude, tuve que matar y maté y no me arrepiento. Tuve que torturar y torturé con el dolor en el alma y me cuesta muchas noches dormir acordándome de los tipos que cagué a palo, pero no me arrepiento”.
Veamos. Trajeron detenidos que hicieron desaparecer. Asesinaron a gente indefensa. Ninguna de las víctimas fue el resultado de enfrentamientos, sino exclusivamente de la decisión de los mandos militares con la connivencia de máximas autoridades civiles, para exterminar a la oposición, para no tener que dar cuenta de todo lo que robaron, de los niños secuestrados, de los traslados ilegales.
Él no se arrepiente sencillamente porque lo que hizo está en la esencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional en la que se formó. Porque los generales le ordenaron que lo hiciera. El terrorismo de Estado definió y ordenó eliminar a los opositores, a quienes los ayudaran, a los que simpatizaran, a los indiferentes y, de esa manera, dejar caer una lápida de sumisión, miedo y olvido sobre el pueblo todo.
¿Por qué no se supo esto en el 2006? Porque los mandos militares nunca creyeron en la democracia, en la verdad, en la justicia, en la cadena de mando que suponía informar al detalle a la ministra de Defensa y al presidente de la República de estas atrocidades. Porque del otro lado no se fortaleció esa cadena de subordinación al poder civil, elegido por el pueblo. Porque se dudó, porque no se emitió una orden categórica que se informara de todos y cada uno de los resultados de estos tribunales de honor (?).
La mayoría de las afirmaciones de este asesino, ya las suponíamos porque hubo sobrevivientes, porque hubo madres y familiares, porque hubo testimonios que denunciaron, porque se investigó tratando de armar la verdad pedacito por pedacito.
Estos asesinos como Gavazzo, Silveira, Cordero, entre muchos otros, ocultaron y mintieron. La verdad siempre la supieron. Hoy también se sabe y está en manos de los altos mandos de las Fuerzas Armadas y en civiles directamente comprometidos con la dictadura y con el Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas, creado expresamente por el Ejército uruguayo para estas prácticas de destrucción, en conciliábulos con las dictaduras del Cono Sur.
Vázquez reconoce que mató, torturó y fue parte de los vuelos. Debe responder ¿A quienes asesinó? ¿A quienes torturó? ¿Quienes viajaron en esos vuelos? ¿Dónde están? ¿Cuáles fueron sus finales? ¿Quiénes participaron con Vázquez en esas prácticas miserables? Se le debe dar la orden de que revele todo lo que sabe. A los otros militares implicados también.
Estas actas y sus declaraciones pasaron 14 años en silencio. El ejército debe responder, los generales de la época deben responder, el gobierno de la época y su fuerza política deben responder. Todo esto confirma que sólo con la verdad y la justicia se construye un Uruguay con la democracia republicana fortalecida. La paz y el futuro solo pueden construirse con la verdad. Mentir, tapar, ocultar, debilita la sociedad. Los inmorales faltan a la verdad.
Frente a estos hechos debemos convocar a los partidos políticos, a los sindicatos y la intersocial, a la iglesia, a los tres poderes del Estado, a la prensa, a la población toda, para exigir que se devele la verdad de lo sucedido con los detenidos desaparecidos.
están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio
(Poema de Mario Benedetti, fragmento)
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