Los pingos ya están en la cancha y los burreros se enardecen.
Se usan todos los recursos posibles para atraer nuevos votantes.
Una práctica histórica son los pases de un partido a otro y el
transfuguismo estuvo y está a la orden del día: Nin Novoa, Batalla,
Graciela Bianchi, Almagro, Gonzalo Mujica, Darío Pérez, Saravia,
Amado, Valeria Ripoll, Perrone, Victor Bjorgan y Zaida González.
En general los pases fueron más simbólicos que suma de votos.
Recuerden: No hay que dar por el pito más de lo que el pito vale.
Después están los manijeros que tiran cualquier verdura contra los
adversarios, llegando a decir falsedades para desprestigiar al otro.
Y Heber retornando con un discurso digno de la guerra fría, habla
del apoyo que el Frente Amplio les da a las dictaduras comunistas.
El adalid de la “nueva política” y los pocos votos, afirma que la
izquierda no tiene programa y que no se le cae una idea en nada.
Por el otro lado, insinúan que el estafador de Carrasco tiene lazos
poco menos que de sangre con algunos integrantes del gobierno.
O que la no reposición de funcionarios públicos que los coaligados
plantean en su borrador de programa, implica despidos masivos.
Me molesta que el ministro del Interior Nicolás Martinelli entre en la
campaña electoral, habiendo sido muy prolijo en su exposición
pública; pero no está bien lo que hace Yamandú de deslizar una
suspicacia sobre la institucionalidad. Aflojen, no hay ningún riesgo.
La cosa pinta muy pareja y todos lo saben, pero no vale todo para
ganar, e intentar sumar a un delirante antisistema es caer bajo.
Las acusaciones cruzadas entre bloques de: “Están nerviosos”,
solo refleja la imagen que los dirigentes ven de sí mismos a diario.
¿Quién no estaría histérico si puede perder el gobierno por poco?
Ahora todos esperamos ansiosos el debate presidencial del 17.
Esperemos que la preocupación no nuble la mente de los dirigentes
políticos y la campaña ponga en discusión los temas importantes.
Para remediar la angustia y el estrés, denle sin asco al té de tilo.
Alfredo García
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