Las garrapatas de Un solo Uruguay por Ignacio Martínez
En los últimos meses hemos asistido a crecientes demandas del movimiento Un Solo Uruguay. En ellas exigen al Estado que reduzca o, lisa y llanamente, elimine las ayudas o subsidios que se brindan a los sectores más desfavorecidos de nuestro pueblo. Atacan aquellas conquistas alcanzadas en períodos anteriores y hablan de que no quieren ser sometidos a la “solidaridad obligatoria”. La eliminación del subsidio al boleto en el transporte público, es la gota que derramó el vaso de la tolerancia de esta columna. Ese subsidio beneficia a decenas de miles de estudiantes de todo el país; quitarlo perjudicaría a los hijos del pueblo, nuestros hijos.
Somos nosotros los que estamos sometidos a otorgar obligatoriamente subsidios y beneficios a los sectores que dice representar Un solo Uruguay. El Fondo Arrocero está dirigido a un puñado de poco más de 500 productores que, aun así, han ganado millonadas en los últimos períodos de producción. El sector lácteo goza de un fideicomiso y de un Fondo de Garantías para operar en el mundo de las finanzas y el acceso a nuevas tecnologías. Se les han dado rebajas en las tarifas eléctricas. Se les ha facilitado la compra de ración para el sector ganadero previendo períodos de sequía. Los productores de leche, arroz, frutas, hortalizas y ganado bovino y ovino, se han beneficiado con la devolución del IVA. Hubo una exoneración del 18% de la contribución inmobiliaria rural y otras prebendas que han beneficiado a más del 90% de los productores rurales. Se contemplaron reducciones o exoneraciones para el pago del Impuesto de Primaria y del Patrimonio a sectores pequeños y medianos. Los productores de soja han obtenido enormes ganancias y nadie les ha reducido los favores otorgados.
Los sectores que dice representar Un Solo Uruguay cuentan con un Fondo Agropecuario de Emergencia ante sequías o inundaciones, que asciende a 16 millones de dólares. El riego cuenta con apoyos para 750 productores que ascienden a 3 millones de dólares. El Estado ha garantizado la salud en el campo, invirtiendo 13 millones de dólares por concepto de vacunación contra la aftosa. Y podríamos seguir enumerando beneficios: energéticos, para la exportación, para la comercialización local, para la compra de infraestructura y tecnología, entre otras cosas.
Muchas de estas prebendas están bien otorgadas, especialmente para los pequeños y medianos productores de las más diversas áreas de la vida agropecuaria en toda la cadena de producción. Las vamos a defender como defendemos el Instituto de Colonización y la necesaria repoblación del campo. Seguiremos luchando para no destinar tierras de alto nivel productivo al mero plantío de desiertos verdes, con fines madereros al servicio de la celulosa. Lo que no podemos permitir es que este sector o sus mal llamados representantes, procuren destruir beneficios para otras capas de nuestra población.
Son los de Un Solo Uruguay los que, por un lado, reclaman disminuir los gastos del Estado, pero luego son los primeros que acuden a las arcas del país para que nada les afecte sus bolsillos.
Hoy las prioridades son claras: hacer frente a la creciente pobreza, asegurar la salud de la población, crear más y mejores puestos de trabajo, atender a la niñez por sobre todas las cosas, asegurar la vida digna en la vejez, detener la inflación y avanzar en la más justa distribución de la riqueza. Lamentablemente no hay un solo Uruguay, hay por lo menos dos, el de los que se miran el ombligo y el bolsillo y el de los que queremos atender los beneficios para las grandes mayorías nacionales, es decir nosotros, el pueblo.
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