Luego de Referéndum por Ignacio Martínez
LAS TAREAS PRINCIPALES HOY
Debemos hacer evaluaciones de la experiencia recorrida. Es la única manera de escucharnos, de aprender de la experiencia, de sacar enseñanzas y proyectarnos para el futuro inmediato y para los próximos años.
El Frente Amplio, al cual siempre hemos caracterizado por ser una coalición de partidos y un movimiento, vivió como pocas veces antes, el protagonismo del movimiento, de sus bases, del frenteamplista militante. Algo así pasó en el balotaje de 2019, pero tanto en la recolección de firmas, como en la procura de votos por el SÍ, fue la militancia en la calle, partidaria o no, puerta a puerta, en los puestos permanentes de todo el país, la que logró alcanzar el 48,8% de los votos validados.
Acá se impone fortalecer la organización de esas bases frenteamplistas y de los partidos políticos que lo integran. Debe haber un plan de trabajo que incluya la observación de la realidad del país, la denuncia de todo aquellos que atente contra nuestros derechos y el bienestar popular y la comunicación clara, precisa, periódica con los barrios, las localidades, los pueblos de todo el país. No se trata de “desembarcar” en cada lugar con delegaciones montevideanas. Se trata de alentar, procurar iniciativas locales y crecer con los frenteamplistas de ese territorio. Los dirigentes, claro está, deben ponerse al servicio de la militancia. Pero es la misma militancia de cada lugar que, sobre orientaciones generales acerca de las prioridades y del Programa, debe trazar su plan de trabajo el cual habrá que ayudar a sostener desde todo punto de vista (incluso financiero).
Parte de ese crecimiento del FA estará en su relacionamiento con agrupaciones de otras fuerzas políticas y de la Intersocial en cada lugar. A su vez debe procurarse alentar los periódicos barriales, las radios locales y toda forma de vinculación y difusión de las ideas con nuestro pueblo.
Gran parte de estas tareas las tomó la militancia de base y eso redundó en el crecimiento, primero de las firmas y luego de los votos. Hoy se impone la decisión política central de llevar adelante estos trabajos en procura de crecer hacia una nueva mayoría formada, informada, organizada, respetada y con autonomía de gestión de cada uno en el lugar que le toca aportar su lucha.
La otra tarea esencial es mantener, ampliar y fortalecer la Intersocial. Ha llegado a su expresión más alta con trabajadores, estudiantes, cooperativistas, familiares de detenidos desaparecidos y grupos feministas, entre otros. Pero no alcanza. Debemos procurar incorporar decididamente a los jubilados y pensionistas. Debemos integrar a pequeños y medianos productores, comerciantes y expresiones de la vida deportiva, cultural, religiosa, de desocupados, de amas de casa, de uruguayos por el voto en el exterior, de medios de expresión periodística locales, organizaciones solidarias, ollas populares, cooperativas de producción, entre otros sectores organizados. Y esto debemos proyectarlo en todo el país, dándole a la territorialidad y a los más activos de cada lugar, la prioridad y el objeto de nuestros mejores apoyos, aprendiendo, entre otras cosas, a escucharnos.
Para ello debemos pensar en un Plan de Trabajo, en una Plataforma de reivindicaciones inmediatas y de un Programa de soluciones para la pública felicidad. Y esto se debe dar en el marco de la generosidad, del respeto mutuo, del reconocimiento del otro y sus espacios. La primacía debe ser de los acuerdos, de las ideas, del trabajo conjunto. Si aquel vale 100 y yo apenas 1, nos vamos a necesitar ambos para valer 101 y luchar contra la carestía, la desocupación, la tergiversación de la realidad, la pobreza con cara de mujer y de niño, la violencia en todas sus formas, la gente en la calle, entre otras prioridades, demandando soluciones al Gobierno.
Por lo dicho, debemos, entonces, abocarnos ya al estudio del Plan, de la Plataforma y del Programa –las tres “P”– tomando como horizonte la realización en el año 2023 del III Congreso del Pueblo profundamente politizado, pero lejos de la partidización, donde el verdadero protagonista hegemónico sea el pueblo organizado.
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