Home ARTES VISUALES El espíritu universal de Gonzalo Fonseca por Alejandra Waltes
0

El espíritu universal de Gonzalo Fonseca por Alejandra Waltes

El espíritu universal de Gonzalo Fonseca por Alejandra Waltes
0

El 7 de diciembre a las 19 hs. en el Museo Torres García, se inauguró la exposición “Fonseca. Exposición homenaje” celebrando el centenario del nacimiento del artista Gonzalo Fonseca. Así mismo esta muestra es el broche de oro en el marco de las diferentes actividades relacionadas con las muestras de la colección “Maestro y compañeros de Gurvich en el Taller Torres García”. La exposición abarca dos salas de exposiciones y el hall del Museo. La muestra podrá ser visitada hasta el 31 de marzo de 2023.

El miércoles 7 el homenaje comenzó a las 17 hs en sala 2 de Cinemateca Ciudad Vieja en dónde se proyectó «Membra Disjecta», un film documental sobre la vida y obra de Gonzalo Fonseca del cineasta Michael Gregory para continuar en el Museo Torres García en dónde no sólo se inauguró la muestra, sino que se presentó un libro sobre el artista.
Gonzalo Fonseca (Montevideo 1922. Seravezza 1997). Fue el tercer hijo del ingeniero Rodolfo Lucio Fonseca Montaldo y de Helena Muñoz Arocena. En 1933 el matrimonio con sus cuatro hijos viajó con su familia por Europa durante seis meses. Este viaje fue fundamental en la decisión de Gonzalo de convertirse en artista, ya que visitando museos y monumentos históricos descubrió las grandes civilizaciones occidentales. De regreso del viaje comenzó a investigar de manera autodidacta sobre arte y transformó el sótano de la casa familiar en un taller, donde pintaba, dibujaba y esculpía. En 1939 se inscribió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República y 1942 comenzó a frecuentar al pintor Joaquín Torres García, quien se transformó en su Maestro y se integró como miembro fundador del naciente TTG. Abandonó la Facultad de Arquitectura y la casa de sus padres y se mudó a un viejo molino de la calle Lucas Obes, muy cerca de donde vivía su amigo Guido Castillo. En 1943 Gonzalo Fonseca participa por primera vez de una muestra del Taller Torres García y seguirá haciéndolo a lo largo de su vida en forma presencial o a la distancia. En 1944 Fonseca participó en la decoración del Pabellón Martirené del Hospital Saint Bois. Realizó dos de los murales con los que Joaquín Torres García y 20 de sus alumnos decoraron los muros del hospital. Como miembro del Taller Torres García participó en la fundación de la revista Removedor. En 1945 no sólo siguió participando de las muestras colectivas del TTG sino
que parte hacia Cusco y Machu Picchu con Sergio de Castro, Julio Alpuy y Jonio Montiel. Allí estudiaron de primera mano el arte y la cultura prehispánicos. De regreso Fonseca se muda a vivir a una casa del barrio del Cerro, comprada por Roberto Sapriza. La casa tenía un horno de pan que Fonseca y Montiel modificaron para cocinar cerámica. En esa misma casa también vivieron, cuando Fonseca se fue del país, Gurvich, Pezzino, Mancebo y varios integrantes del TTG. Continúa participando de las muestras del Taller en diferentes puntos del país.
En 1949 (año del fallecimiento de Joaquín Torres García), Gonzalo Fonseca realiza un viaje que lo lleva nuevamente por Bolivia y Perú. Sigue participando de las muestras del TTG y de las publicaciones en Removedor hasta 1950, año en que se dedica a viajar por Europa, Medio Oriente y el norte de África.
En 1951 se instala en Roma y sigue viajando por el norte de África y Cercano Oriente, donde trabajó en excavaciones arqueológicas. A fines de este año, junto con Julio Alpuy, visita Palmira (Siria) y Petra (Jordania). Participa de las muestras del TTG en la Liga de Fomento de Punta del Este y en la Sala de Exposiciones de la Universidad de Santiago de Chile.
En 1952 viaja con Alpuy por el Líbano y Egipto instalándose nuevamente en Roma. Conoce Palermo (Sicilia). A finales de este año se instala en París y conoció la obra de Le Corbusier. A pesar de la distancia, continua participando en las exposiciones colectivas del TTG.
En junio realiza una exposición individual, Gonzalo Fonseca, del Taller Torres García di Montevideo, en el estudio del profesor Claudio Martinenghi, en Roma y en la Galleria San Marco de Roma expone Gonzalo Fonseca. Cerámicas. Participó con cinco obras en la II Bienal de Arte San Pablo.
En 1955 comienza a trabajar con la arqueóloga inglesa Kathleen M. Kenyon, quien desde 1952 se encontraba excavando en sitios al oeste de Jericó, investigación que le dio fama mundial por sus descubrimientos relacionados con las culturas neolíticas de esa zona.
En 1956 participa en la exposición Joven pintura del Uruguay en el Stedelijk Museum de Ámsterdam, que luego se realizó en la Haya. Su obra sigue formando parte de las muestras del TTG.
En 1958 se instala definitivamente con su familia en Nueva York. En una entrevista de María Esther Gilio en el semanario Marcha en 1965, Gonzalo menciona que en Nueva York se encuentra permanentemente fascinado con los materiales a su disposición, una «orgía de materiales» en diversidad de formatos y calidades. Él mismo describe el impacto de la abundancia de material en el desarrollo de su trabajo escultórico.
Su llegada a Nueva York también marca el inicio de su obra monumental pública. La ciudad le ofreció una colección infinita de museos y bibliotecas en los cuales pudo profundizar sus estudios sobre civilizaciones y lenguas antiguas.
En 1972 compra una casa en las afueras del municipio de Seravezza, en la ladera de una montaña, a unos 70 metros de una cantera abandonada de extracción de mármol. Allí instala su taller.
La piedra llegó a ser el material predilecto de Gonzalo en las últimas tres décadas de su vida. Los años de estudio y práctica constante llevaron a que Fonseca desarrollara un “repertorio de formas” muy depurado. Pórticos, ventanas, bolas que cuelgan y cuerdas que anudan, escaleras y un par de sólidos platónicos conforman su lenguaje simbólico. La obra de Fonseca resume miles de años de saberes y prácticas, logra tomar todo lo que es esencial en la monumentalidad de la antigüedad y del presente, que trabajado a diferentes escalas, evoca mundos fantásticos. Afortunadamente hay dos ejemplos de la obra en piedra de mayor formato en el Uruguay: la estela de más de dos metros Rumi-Saiko en el parque de las Esculturas del Edificio Libertad, y el gran muro Madre-Cava (1978), que desde 2022 se puede visitar en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), en Manantiales.

Madre Cava (Gonzalo Fonseca 1978)

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.