Indagar con intención recuperativa la personalidad y la obra de una artista desaparecida resulta siempre riesgoso. Nelbia Romero. Una mujer, sus gritos y silencios (Museo Blanes) deja en evidencia esa situación que, aunque necesaria y conducida con habilidad documental, es insatisfactoria. Desde el pique, un pequeño texto de mano del curador Enrique Badaró aclara: «Su actividad es intensa y extensa. Grabadora, dibujante, instaladora, performer, vestuarista, creadora de objetos, docente, comprometida en profundidad con los avances sociales y artísticos de las sociedades, era poseedora de una visión intransigente en la actitud del artista ante la realidad y ante la sociedad en que le toca vivir. Y por supuesto en el marco de este pensamiento y quehacer, fue altamente crítica con las relaciones de jerarquía, el uso del poder, el centro y la periferia, la marginalidad, etc. Este compromiso antropológico y afectivo se borda en la realidad de su obra en áreas fundamentales de su discurso: lo femenino, lo indígena y la muerte; siempre desde una mirada autorreferencial.» Demasiada vastedad para atrapar en una muestra.
Romero (Durazno 1938-Montevideo 2015) comenzó a ejecutar obras planas —grafitos, estampas— que muy pronto incorporó a la complejidad mayor de las instalaciones en una esfumación modificante de las fronteras estéticas, liberada de prejuicios e inhibiciones. Acometió con riesgosa temeridad intervenciones urbanas; hurgó en el pasado indígena, rural e histórico, en su pasado infantil, golpeando en el presente con recursos tecnológicos, pero sin disimular el factor artesanal y la fuerte carga emotiva que hizo extensiva a su actividad docente. Sal-si-puedes (1883); Garra charrúa y Más allá de las palabras (1992); Límite/s (1994); Materias pendientes I, II, III (1994); Bye Bye Yaugurú, ojo que no siente corazón que no ve (1995); Ex tensiones (1998) y Lunfardeces (2003) signaron una producción desmitificadora de la historia nacional, de lugares comunes nada habituales y hasta sorprendentes en el arte nacional en la repercusión pública no exenta de polémica. Participó en las bienales de Rijeka, La Habana y Mercosur; recibió la beca Guggenheim (1994) y el Premio Figari (2005).
Su cuerpo, su voz, sus gestos, su enorme afectividad fueron los propios instrumentos de comunicación e irradiación de ideas, de militancia política. Una unidad indivisa. Trasladar esa robusta y vital producción a una sala de exposiciones, crear el clima necesario, la multiplicidad expresiva no es suficiente con una cuidadosa documentación basada en trabajos poco conocidos u olvidados de asombrosa calidad o videos erráticos que apenas rozan su auténtica condición creadora. Nelbia Romero hizo del cuerpo el instrumento adecuado para exorcizar sus inquietudes, miedos, reivindicaciones y denuncias, en la cercanía conceptual de Ana Mendieta, apegada a la tierra y a la naturaleza. Aspectos, quizá, irrecuperables de una desbordante personalidad.
El filósofo Sergio Givone hoy
Sergio Givone (1944, Piamonte, Italia), filósofo, profesor de estética en la Universidad de Florencia, disertará sobre El juego en la época de la web, hoy jueves a las 18.30 en el Aula Magna de la Facultad de Información y Comunicación (fic), San Salvador 1944. En español se pueden leer Historia de la estética (1990), Desencanto del mundo y pensamiento trágico (1991), e Historia de la nada (1995). Organizan: Instituto Italiano de Cultura y fic.