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Las enseñanzas de Talvi por Ignacio Martínez

Las enseñanzas de Talvi por Ignacio Martínez
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Talvi dijo “no es lo mío” y renunció a toda actividad política. ¿Recién se dio cuenta a los 63 años que no era lo suyo? Firmó el documento “Compromiso con el país” que fundó la coalición que nos gobierna. Pero entonces, ¿de qué compromiso estamos hablando que apenas duró 24 meses en la actividad política, 3 meses como Canciller y ni un minuto como Senador?

Había sido candidato a Presidente. Aseguró a sus militantes, simpatizantes, votantes y al pueblo todo, que estaba preparado, que tenían gente capaz para gobernar, donde se suponía que el número uno, él, reunía las mejores condiciones para liderar, pero ahora la política “no es lo suyo”.

Él decía que hacía todo lo que hacía “para volver a ser un país modelo”. ¿Cuál? ¿El de un candidato que después se arrepiente? ¿El país que tiene un Canciller que es la cara visible de la nación y se supone que asume para “dejar bien en alto el prestigio de nuestro país”, pero a los 90 días renuncia? ¿De qué prestigio está hablando? ¿De lo que hizo en el buque Greg Mortimer? ¡Por favor! Eso es anecdótico.

Una Cancillería y su titular es mucho más que eso y la comunidad internacional ha visto con estupor la renuncia sin argumentaciones, excusándose únicamente como un asunto personal.

Permítaseme una duda razonable. Sobre todo en un ministro que recogía alta simpatía por una posición más de centro en la ya heterogénea coalición multicolor. ¿No habrá gato encerrado en todo esto?

¿Quién pierde con este asunto?

Antes que nada pierde el país y su sistema político. Esta es la política del mamarracho. Es una mala telenovela palaciega. También pierde el propio gobierno y su sustento coaligado. Muchos salieron a decir que no, que el gobierno no pierde nada, pero señores ¿no era Talvi el aliado principal del Partido Nacional?

Pierde el Partido Colorado con una enorme decepción de militantes y votantes, principalmente del ala batllista ¿No fue acaso Talvi una suerte de heredero de Jorge Batlle? Seguramente se podrá apreciar esa pérdida en las elecciones para alcaldes, ediles e intendentes hacia fines de setiembre. ¿Qué queda de Ciudadanos? ¿Quién lidera Ciudadanos?

¿Quién gana? Indiscutiblemente el señor Sanguinetti que no solamente es el principal ideólogo de la coalición gobernante, sino que, además, la desea sin discrepantes como era Talvi. ¿Alguien puede pensar que el pulgar para abajo que puso Talvi al hijo de Sanguinetti, desaprobándolo para un cargo público, no tuvo nada que ver? ¿Alguien cree que ambos líderes que no se dirigieron la palabra durante semanas fue pura coincidencia?

De todas maneras lo que más debe preocuparnos es la decepción hacia la actividad política que pueden sentir las nuevas generaciones y nuestro pueblo todo. Lo expreso porque lo de Talvi es lo más grueso, pero se suma a otros hechos que desprestigian la política en su más honda significación. ¿Alguien se acuerda de Novick que se llevaba el país por delante prometiendo las más grandes soluciones al pobre Uruguay que, según él, estaba fundido y nunca había estado peor? Desapareció él y su “partido de la gente”, ¿de qué gente?

¿Y qué me dicen de las promesas de Sartori? ¿Qué ha planteado hacer ahora para crear los 100 mil puestos de trabajo que comprometió? ¿Y las tarjetas para las farmacias que beneficiarían a los jubilados?

Esto es bochornoso. No queremos más vulgares show o malas parodias en política. No queremos que nos repitan mil veces una mentira hasta que la creamos como verdad. Basta. Estamos atravesando un momento dificilísimo. Hay que hacer esfuerzos por fortalecer la salud de la población que hoy está en jaque, pero también para asegurar el trabajo, nuestros ingresos básicos dignos, nuestras necesidades básicas satisfechas, que los niños sean la prioridad nacional número uno, entre otras cosas realmente urgentes.

Es cierto que todo esto nos debe encontrar juntos. La Intersocial ya es un enorme avance de unidad de pueblo uruguayo organizado. El sistema político debe hacer lo suyo llamando al diálogo, al acuerdo que beneficie a los más necesitados y a las grandes mayorías nacionales. Pero en serio, con gente que asuma y cumpla, que se comprometa y cumpla, que diga y haga lo que dice, donde la vocación de servidor público en bien de nuestro pueblo, sea verdad y no un mero espejismo o al servicio de resultados electoreros o en provecho de apetencias personales.

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